Visión
de conjunto
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día me tocaba barrer el refectorio (comedor). Se trata de una sala muy,
pero que muy amplia. Para comer está genial, pero, para barrer, la cosa cambia.
Tras
probar mil estrategias, al final la que mejor resultado me da es ir barriendo
de los laterales hacia el centro y, al final, recoger.
Lo
cierto es que el reluciente suelo del refectorio me hace empezar siempre con
poquitas ganas. Es que, si se ve limpio, ¡una se desmotiva! A mí me gusta
sentir que hago algo; limpiar sobre limpio, como que no...
Pero
después, a fuerza de darle a la escoba, ¡se llena el recogedor!
Claro,
al ser una sala tan grande, a primera vista parece que está limpia, pero,
juntando los poquitos que hay dispersos, ¡sale un buen montón!
Orando
sobre esto he caído en la cuenta de que a Cristo le encantan las cosas
pequeñas. Habla de los niños, o de los gorriones, o de los lirios. Más aún:
varias veces, en sus parábolas, la protagonista es la semilla. De trigo, de
mostaza... pero semillas, algo realmente pequeño.
A
primera vista, pueden parecer insignificantes, pero no para el Señor. Bien sabe
Él que, una semillita esparcida por aquí, otra por allá, y, al final, tendremos
un precioso campo dorado de espigas... o un montoncito de harina para hacer
pan.
Puede
que, a lo largo del día, muchos de tus gestos de amor pasen desapercibidos para
quien tienes a tu lado, ¡pero no para el Señor! Ningún acto, por pequeño que
sea, es indiferente para Jesucristo. Tal vez, así, vistos por separado, no sean
gran cosa, pero cada uno de ellos cuenta, ¡y hace más grande el montón del amor
en el mundo!
¿Y
tú? ¿Aportarás tu granito de arena?
Hoy
el reto del amor es amar en gestos pequeños. Puede ser sonreír, dar los buenos
días o decir “gracias...” Son detalles sencillos, no abultan, no llaman la
atención; pero son semillas capaces de cambiar el mundo. Por pequeño que sea,
aunque apenas se vea, ¡cada granito cuenta! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma