El día de hoy quiero
compartir mi fin de semana, donde hice la experiencia de caminar en mi
ciudad con un grupo de amigos, con un fin: hacer lío.
Si, lío, pero lío del
bueno: reír, cantar, jugar, recorrer la ciudad y por supuesto parar en las
capillas e Iglesias del lugar para recargar fuerzas.
¿Para qué?: pedir por las
necesidades del mundo, las necesidades de la Iglesia, las necesidades de cada
uno, y dar gracias a Dios porque es bueno.
No
tengo como explicar lo que sentí, solo una frase en cada paso, en cada mirada
de los demás, en cada parada, y en cada oración: esto es de locos.
Fue de
locos, ir predicando a Jesús sin decir una palabra solo con un letrero en la
espalda “Si son lo que tienen que ser prenderán fuego al mundo entero”, y se
encendía. Se encendía en la mirada de la gente curiosa que
nos veía, se encendía en la duda de los demás en ver que decía la playera,
se encendía en el comentario ¡qué bien que hagan esto!
Locos de amor por Cristo,
hacíamos y éramos lo que teníamos que hacer y ser. No llevábamos más que
nuestra alegría, unas bocinas y nuestras mochilas. Y es que a eso es a lo que
estamos llamados, a vivir día a día de nuestra vida en Jesús, hacer de
cada minuto un momento de oración: por el otro, por mi y sobre todo un momento
de agradecimiento y alabanza porque estamos aquí y porque tenemos un
propósito para vivir.
Y ahí, en el Church-a-thon lo
entendí ¿cómo es la vida del apóstol?: lleno de gracia y muerto de
cansancio. No sentía mis piernas, estaba muy acalorada y anhelaba mi cama,
pero estaba plena, mi corazón latía al mil porque tenía la certeza que a
través de nuestra oración Dios estaba YA actuando en la vida de
muchas personas que nos confiaron el rezar por ellos.
Que felicidad ser
católica, que bueno es saber que el mismo hombre que murió por mí en la
Cruz, que está vivo y presente en el Sagrario, es el que en comunión
con el Padre y el Espíritu Santo dijo “Hágase” y creó el mundo.
A palabras de María Paula,
una compañera de esta increíble aventura, defino hoy, para ti lector, el Church-a-thon,
y honestamente no creo que haya mejor manera de decirlo:
Una oportunidad para que
nosotros los jóvenes podamos llevar a los demás a Cristo con el testimonio,
inundar las calles de alegría, las iglesias de intenciones y sobretodo el
corazón del amor infinito de Dios.
Por: Mitzy Espinosa de los Monteros Álvarez
Fuente:
Catholic.net