Recientemente, el Papa Francisco firmó el decreto de
martirio de María del Carmen Lacaba y de otras 13 religiosas, todas
Concepcionistas Franciscanas
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La comunidad de Concepcionistas de San José de
Madrid
en la calle Sagasti luego llamada Mártires
Concepcionistas
|
Fueron asesinas en Madrid por odio a la fe durante la persecución
religiosa de 1936 y en esta misma ciudad serán beatificadas el próximo 22 de
junio. «Se mantuvo fiel e incluso fue la encargada de mantener unido al grupo»,
asegura sor María Torres Ros, presidenta de la federación de conventos Santa
Beatriz de Silva de Castilla y religiosa de la misma congregación que las
mártires.
María del Carmen Lacaba
pudo haber abandonado a sus hermanas de congregación y librarse del martirio.
Pero, sin embargo, hizo justo lo contrario. «Se mantuvo fiel e incluso fue la
encargada de mantener unido al grupo», asegura sor María Torres Ros, presidenta
de la federación de conventos Santa Beatriz de Silva de Castilla y religiosa de
la misma congregación que la mártir.
«De ninguna manera dejo a
la comunidad y, sobre todo, a las queridas enfermas». Esa fue, según Torres
Ros, una de las últimas frases antes de morir de la religiosa, que cuidó
incluso de una de las monjas de su congregación que entonces se encontraba en
silla de ruedas y que los milicianos intentaron tirar en repetidas ocasiones
por las escaleras.
Asesinadas «por odio a la
fe»
Finalmente, después de
soportar todo tipo de vejaciones y torturas por parte de los milicianos
republicanos, Lacaba y el resto de sus compañeras de congregación fueron
asesinadas «por odio a la fe» en 1936 durante la persecución religiosa de la Guerra
Civil. Así lo atestiguó el Papa Francisco el pasado 15 de enero al autorizar la
publicación del decreto de martirio, que está encabezado por María del Carmen
Lacaba y en el que figuran otras 13 religiosas Concepcionistas Franciscanas.
La presidenta de la
federación se enteró de la noticia ese mismo día a las 14:30 horas. Entonces,
sintió «una profunda alegría y una gran acción de gracias a Dios por la
fidelidad y la entrega de la vida de nuestras hermanas como Concepcionistas
Franciscanas», asegura a Alfa y Omega.
Beatificación en la
Almudena
De esta forma, tras el
reconocimiento del martirio, las 14 religiosas serán beatificadas en el
transcurso de una ceremonia que tendrá lugar en Madrid, en la catedral de la
Almudena, el próximo 22 de junio de 2019 a partir de las 11:00 horas.
«Esta beatificación nos ha
fortalecido y, de alguna manera, ha agrandado la belleza de nuestro carisma,
dándole en este hoy concreto de la historia la fuerza que nace del testimonio
fiel, generoso, disponible de la vida de nuestras 14 hermanas mártires»,
considera sor María Torres Ros.
Contemplativas, a los pies
de la Virgen
Así, la beatificación ha
aumentado la belleza del carisma de la orden que, sin embargo, permanece
invariable desde que santa Beatriz de Silva fundara la congregación en Toledo
en 1489. «Allí nació el primer convento para honrar, venerar y glorificar a
María en su Inmaculada Concepción», explica la presidenta.
«Somos hermanas
contemplativas y nos dedicamos a la escucha fiel de la Palabra, a la acogida de
los planes de Dios sobre nosotros y sobre el mundo, a vivir los consejos
evangélicos de pobreza, obediencia y castidad», ahonda.
Por otro lado, el carisma
se encarna en la «acogida de todas aquellas personas que se acercan a nuestros
monasterios en busca de una palabra de aliento o de un momento de escucha» o
«en la intercesión diaria y constante por las necesidades de este mundo que nos
rodea». Por ejemplo, «ahora estamos rezando por un niño de cuatro años al que
le están operando del cráneo», concluye Torres Ros.
El sí de María hasta sus
últimas consecuencias
Sor María Torres Ros se
despide de Alfa y Omega con la siguiente alocución sobre sus hermanas mártires:
«Ellas supieron vivir el Evangelio como fuente de santidad para todo. Hicieron
del seguimiento de Jesús el horizonte y la ilusión de toda su vida hasta llegar
a entregarla. Ellas encarnaron perfectamente el “sí” de María, el “hágase en
mí” de la Santísima Virgen. Pero al mismo tiempo, como la función de la Virgen
es llevarnos a Cristo, también asumieron el huerto de los olivos: “si es
posible, que pase. Pero si no, aquí estoy”. Eso hicieron nuestras hermanas. El
“sí” de María llevarlo hasta sus últimas consecuencias».
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega