Una
breve historia del nombre que ha cambiado el mundo
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Chris Box | CC BY ND 2.0 |
San
Pablo escribe en su carta a los Filipenses: “para que al nombre de Jesús, se
doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos” (2,10). Los
cristianos siempre han creído que el nombre de Jesús tiene poder, pero muchos
no conocen el significado de encierra. ¿Qué significa este nombre? ¿De dónde
viene?
Ante
todo, el nombre “Jesús” le fue dado a María por el mismo Dios a través del
mensaje angélico de Gabriel: “Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Jesús” (Lucas 1,31). De todos los nombres que podría haber elegido,
Dios eligió ese nombre por un motivo.
La Enciclopedia Católica explica que “la
palabra Jesús es la forma latinizada del griego Iesous, que a su
vez es la transliteración del hebreo Jeshua, o Joshua, o
también Jehoshua, que significa ‘[Dios] es salvación.’”
El Catecismo
de la Iglesia Católica añade, “Jesús significa en hebreo: ‘Dios salva’. En
la anunciación, el ángel Gabriel le dio el nombre de Jesús como el más
apropiado, signo de su identidad y de su misión”.
El
nombre era popular en el Antiguo Testamento y durante la época del nacimiento
de Jesús. Está fuertemente relacionado con el nombre “Josué.”
Por
esta razón, la veterotestamentaria figura de Josué es vista como una
prefiguración de Jesús, que ahora lleva al pueblo de Dios hacia la verdadera
Tierra Prometida.
Según
algunas fuentes antiguas, “el
nombre en griego está conectado con el verbo iasthai, curar; es por
ello que no sorprende que algunos de los Padres de la Iglesia griegos
vinculaban el nombre de Jesús con esta raíz.”
En
resumen, es un nombre poderoso, que resume quién es Jesús y qué vino a hacer a
la tierra.
El
nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la
Persona de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre
para la Redención universal y definitiva de los pecados. Él es el Nombre
divino, el único que trae la salvación (cf. Jn 3,
18; Hch 2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado por todos
porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación (cf. Rm 10,
6-13) de tal forma que “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por
el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12; cf. Hch 9,
14; St 2, 7). (CCC 432).
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia