Eficacia
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Los
días que nos toca lavar la ropa tenemos que poner las lavadoras, tender,
doblar... Ayer, se me ocurrió levantarme corriendo antes de ir al coro (a las 6
de la mañana) y poner las lavadoras. Así, después de desayunar, solo sería
tender.
Me
levanté, cogí mi ropa corriendo; fui a por la de Lety, a penas escuché lo que
me decía; después fui a la celda de Israel, como no estaba, cogí sus sábanas.
Salí del noviciado con prisa, me crucé con una hermana con la que me enfadé
porque... pobre, yo que iba cargada, y ni siquiera se ofreció a ayudarme.
Y
sí, puse las lavadoras, incluso estaba todo tendido antes del desayuno.
Pero...
llegué al coro sin paz. Cuando no tengo paz sé que es mal síntoma, pues indica
que en algún punto me he salido de la voluntad del Señor. Paré y me di cuenta
de que, a pesar de haber logrado todos mis objetivos, no escuché a Lety, no le
pregunté a Israel si le parecía bien que le cambiase las sábanas y no sonreí a
la hermana con la que me crucé.
Por
mis objetivos, no vi a las personas. Y es que muchas veces la eficacia nos
desvía del amor.
Tu
alegría, tu gozo más profundo se va a dar en ti en la medida en que cada
segundo de tu día esté marcado por entregarte a los demás, por apostar por el
Amor.
En
el Evangelio, en muchos momentos Jesús cambia su rumbo o detiene su tiempo por
alguna persona. Siempre tiene una palabra de aliento, hace sentir único al que
está frente a Él.
Hoy
el reto del amor es que detengas tu rumbo para ver a las personas. Frena para
escuchar, para mirar, para dar una palabra de aliento... La eficacia de tu día
será el gozo de haberte movido en el Amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma