Algunas ideas para despertar y desarrollar esa gran
fuerza que les acompañará toda la vida
Para los niños, creer y confiar es algo
natural. Sin embargo, los padres y los que de alguna manera se ocupan de su
educación espiritual podemos promover esa fe para hacerla más firme.
Conoce cómo ayudarles en función
de su edad a despertar y desarrollar esa gran fuerza que les acompañará toda la
vida:
Entre los 0 y los 3 años
Sentirse querido desde lo antes posible -ya
incluso durante el embarazo-, permitirá al niño experimentar que Dios existe y le quiere.
Ser atendido en sus necesidades
básicas (alimentación, higiene, sueño, …), protegido de los peligros y
escuchado y mirado con afecto le grabará en su subconsciente una sensación de seguridad que
le servirá toda la vida, explica Enriqueta Capdevila en sus cuadernillos El
compromiso de educar al niño en la fe.
Desde lo antes posible, el
pequeño debe sentir a Dios en la vida de sus padres. En esta etapa, la vivencia
religiosa se debe transmitir dentro de la máxima claridad y con actos concretos
en un clima de intensa afectividad.
Conviene por lo tanto, que el niño vea
desde su cuna o cama una imagen del Niño Jesús y de
la Virgen.
También le beneficiará ir
aprendiendo los nombres de la fe: Jesús, Virgen María, cielo, Dios… Cuando
empieza a entender, se le pueden explicar las verdades
teológicas de un modo claro y sencillo.
Desde muy pequeños, los niños
están abiertos a la belleza. Ofrécele ocasiones para observar y admirar la
naturaleza e impúlsale a agradecer a Dios. La música
y el arte pueden favorecer su desarrollo espiritual.
Enséñale a estar en silencio,
a tu lado, en breves oraciones familiares,
que pueden enriquecerse con cantos adaptados a su edad. Él interiorizará las
plegarias y puede ir aprendiendo a persignarse y a orar
de manera sencilla.
“Escuchará y verá cómo rezan, con ustedes
juntará las manos en actitud de oración y con la punta de los dedos enviarán un
beso a Jesús, o quizás al abuelo, que están en el cielo”, escribe Capdevila.
La participación,
junto a sus padres, en actos religiosos le ayudará a
incorporar la relación con Dios de una manera natural y práctica. Ojalá el
niño pueda participar en celebraciones en un clima de paz y con afectividad.
Las tradiciones son una
concreta manera de transmitir la fe: cantar villancicos y adornar la
casa para celebrar la Navidad, comer chocolates para celebrar la Pascua, llevar
a bendecir la palma el Domingo de Ramos, …
Entre los 3 y los 6 años
Siguiendo un esquema recogido por LaFamilia.info,
a esta edad puedes ayudar al niño a dialogar con Dios de una manera sencilla y
espontánea, animándole a hablarle con confianza de sus necesidades y deseos.
También puedes enseñarle oraciones sencillas y presentarle la Biblia.
Cualquier ocasión es buena para agradecer,
pero puedes aprovechar momentos del día como las comidas, la hora de despertarse y acostarse,
el paso de una ambulancia o el paso por una iglesia para que el niño contacte
conscientemente con Él y le hable.
Poco a poco, el niño va
adquiriendo conocimientos, también en lo religioso. Explícale
el significado de su nombre y el del crucifijo y las imágenes, comenta con él
los acontecimientos que os sucedan, …
Introdúcele en las historias de santos.
Hay muchos libros y recursos audiovisuales que pueden servirte de apoyo.
Ya puedes orientarle para que
exprese y comunique sus afectos e integre vuestra escala de valores,
por ejemplo con una sonrisa de aprobación o un gesto de enojo, con frases como
“eso está muy bien” o “eso no se hace”, o incluso con pequeños castigos o
premios.
“Hay que estar muy atentos a
cómo se valoran las cosas, a ser constantes y coherentes, porque las
valoraciones de los adultos son la base de la conciencia moral de
los niños”, constata Capdevila. A esta edad, los pequeños convierten lo que
dicen y hacen los mayores en “verdad indiscutible”.
Esta es la etapa en que el niño
comienza a comprender el valor de las celebraciones religiosas. Puedes
llevarle a la parroquia, saludar al cura y a otras personas de la comunidad, y
participar en “misas familiares”.
Haz de los domingos y festivos días
especiales, con un explícito sentido religioso y con encuentros familiares,
comidas especiales, …
Respecto a las tradiciones, es el
momento de hacer un calendario o una corona de Adviento que
les ayude a esperar y preparar la Navidad, ya que a esta edad todavía no pueden
abastar el tiempo más allá del hoy, el mañana y el luego.
Entre los 6 y los 10 años
Esta es la edad del razonamiento.
Consolida su formación religiosa adaptando tus explicaciones, celebraciones y
oraciones a su edad.
Responde con sencillez y
claridad a sus preguntas sobre Dios, la trascendencia, la vida después de la
muerte, el sentido del sufrimiento, etcétera. Como sepas, escuchándole y
dialogando con interés.
Cuida las
personas con las que se relacione. Ten en cuenta el carácter propio del colegio
que elijas para él y apúntale a catequesis o a algún grupo de
formación con niños de su edad.
Los niños
católicos suelen celebrar su Primera Comunión a esta edad.
Puede ser una experiencia única que recuerde toda su vida.
Tu ejemplo sigue siendo esencial, y va
formándose su conciencia. Sigue incidiendo en promover virtudes humanas y
sociales. Podéis hacer algún voluntariado en
familia, como ir a visitar una residencia de ancianos.
A esta edad siguen muy abiertos
a la bondad, la verdad y la belleza. Ofrécele peregrinaciones,
actividades culturales y artísticas, alguna manualidad relacionada con la fe, …
Entre los 10 y los 12 años
Esta etapa continúa en la línea de la etapa
anterior, pero con una clara orientación a preparar para la edad de la crisis:
la adolescencia. Conviene cuidar sus amistades y
actividades y ayudarle a usar su libertad de manera responsable.
Ofrécele criterios claros
y asegúrate de que los ha entendido bien. Ayúdale a vivir las virtudes, especialmente
la caridad, la sinceridad, la laboriosidad y la reciedumbre.
Dale una información sexual adecuada
a su edad y a las circunstancias del ambiente en que se mueve. Escúchale,
interésate por sus gustos, intenta mantener un clima
de confianza y alegría.
En algunos lugares, a esta edad
se promueve la relación del preadolescente con la Iglesia con una catequesis y
la recepción del sacramento de la Confirmación.
Adolescencia
En esta etapa puede darse un poco -o mucho-
de rebeldía.
El adolescente puede negarse a asistir a las celebraciones religiosas y
cuestionar la existencia de Dios o algunas verdades de la fe.
Escúchale, reza por él y
transmítele la enseñanza de Dios de forma positiva, preséntale a Jesús como su amigo, su
compañía, su protector.
Comprende que algunas maneras de
vivir la fe a él no le ayuden y busque otras más adaptadas a su forma de ser.
Fórmate sobre las
particularidades de esta etapa, ármate de paciencia y comparte
con expertos y otros padres que puedan orientarte en tus momentos de duda.
Y una última cosa: es muy
importante que tú desarrolles y vivas tu fe -ellos observarán, imitarán y se
beneficiarán de los frutos- y que la pidas a Dios para ellos y le ofrezcas tus
esfuerzos por transmitírsela. Al fin y al cabo, la fe es un regalo que Él da.
LaFamilia.info/Aleteia