Al reflexionar en su catequesis sobre el sexto
mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”, Francisco explicó que para
recibir el Sacramento del Matrimonio se necesita una preparación esmerada
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El Papa Francisco en la audiencia general en la plaza de San Pedro saluda a los fieles presentes (Vatican Media ) |
También este miércoles, a partir de las 10.00 de la
mañana, el Papa ingresó en la Plaza de San Pedro a bordo de la jeep blanca
donde lo esperaban casi veinte mil fieles y peregrinos de los cinco
continentes.
Tal como informa la Prefectura de la Casa Pontificia,
entre los grupos más numerosos se destacaban mil participantes en la
peregrinación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús, pertenecientes
al Instituto Ravasco, y novecientos del Sínodo de los jóvenes de la diócesis de
Faenza-Modigliana, con el Obispo Mons. Mario Toso. Antes de tomar la palabra,
Francisco recorrió la plaza saludando y bendiciendo a las personas que
encontraba a su paso y deteniéndose cada tanto para besar y acariciar a los
niños que le acercaban.
Hoy dedicamos la catequesis al sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”.
Como escuchamos de los mismos labios del Papa éste fue
el tema de las reflexiones de este penúltimo miércoles de octubre, en que
explicó que esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, puesto
que no existe una relación humana auténtica sin la lealtad y la fidelidad. Sí,
porque como dijo el Santo Padre, no se puede amar solo cuando “conviene”.
Amar sin
condiciones
“El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas.
El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este
amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y
mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión
de encontrar allí un poco de luz y de vida”.
Cristo es la
fuente de fidelidad
Por otra parte, tras afirmar que la vida conyugal
requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la
relación, analizando este mandamiento el Obispo de Roma, dijo:
“Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra
mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra
fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra
comunión mutua”
La importancia
de una preparación adecuada para el Matrimonio
Hablando en italiano de la llamada a la vida conyugal,
que requiere un claro discernimiento sobre la calidad de la relación y un
tiempo de noviazgo para verificarla, el Papa dijo que para acceder al
Sacramento del matrimonio, los novios deben madurar la certeza de que en su
relación está la mano de Dios, que los precede y los acompaña.
Pero para que esto ocurra, antes de recibir el
Sacramento del Matrimonio – añadió el Santo Padre hablando espontáneamente – se
necesita una preparación esmerada, “diría un catecumenado – agregó textualmente
– porque se juega toda la vida en el amor, y con el amor no se juega. No se
puede definir ‘preparación al matrimonio’ tres o cuatro conferencias dadas en
la parroquia. No, ésta no es una preparación: ésta es una falsa preparación. Y
la responsabilidad de quien hace esto cae sobre él: sobre el párroco, sobre el
obispo que permite estas cosas. La preparación debe ser madura y se necesita
tiempo. No es un acto formal: es un Sacramento. Pero hay que prepararse con un
verdadero catecumenado”.
Cristo enseña
el amor incondicional
Por último explicó que de la muerte y resurrección de
Cristo deriva nuestra fidelidad, de su amor incondicional deriva la constancia
en las relaciones. De la comunión con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo
deriva la comunión entre nosotros y el hecho de saber vivir nuestras relaciones
con fidelidad.
Vida cristiana es encuentro de nuestras debilidades con la gracia de Dios
Al saludar a los presentes el Papa Francisco dirigió
un pensamiento especial a los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados, a
quienes les dijo que el mensaje evangélico de Cristo no nos pide hacer cosas
extraordinarias, sino dejar obrar a Dios en nuestra vida. Y tras recordar que
el Señor dijo: “No pueden hacer nada sin mí”, el Pontífice añadió que “la vida
cristiana es el encuentro de nuestra debilidad con la fuerza de la gracia de
Dios, que nos permite vivir cotidianamente una existencia plena y gozosa, en la
que la caridad significa hacer todo con alegría y humildad, para la gloria de
Dios y para el bien de los hombres.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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