Tiempo
de sembrar, tiempo de recoger
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
todas las monjas fueron a recoger las nueces y almendras a la huerta. Digo “las
monjas” porque a mí me tocó estar en la cocina, y por eso no pude ir.
La
recogida de almendras y nueces consiste en poner en el suelo un plástico
enorme; después, con unos palos, pegar pequeños golpes a las ramas para que los
frutos caigan al suelo y, finalmente, recoger del plástico el fruto.
La
verdad es que es impresionante la cantidad de fruto que puede dar un árbol no
muy grande.
A
media mañana me pasé por la sala, donde había varias monjas seleccionando
nueces y limpiándolas.
Me
dijeron que, cuando ellas vinieron hace 40 años, no había en la huerta nada,
era todo desierto. Comenzaron a contarme cómo plantaron estos nogales y
almendros, como cogían cubos de agua desde el convento e iban a regarlos... y
cómo ahora, después de tantos años, les parece un sueño recoger este fruto.
Me
fui pensando en las palabras de Jesús: “Lo que siembres, eso cosecharás”, o
también en la Escritura, donde se nos dice: “No dejéis de hacer el bien, que si
no desmayamos, a su tiempo cosecharemos”.
Cuántas
veces, cuando haces el bien una y otra vez, tienes la sensación de ser tonto,
la sensación de que se ríen de ti, que se aprovechan de tu bondad... y lo que
te sale es dejar de hacer el bien; no hacer tampoco el mal, pero sí “pasar de
todo” y dejar de plantar.
Pero
Jesús no entra en esos cálculos, Él simplemente vive: está convencido de que el
bien siempre vence, y que, si perseveras en el bien, al final cosecharás el
bien.
Porque
todo lo que plantes, lo vas a cosechar.
Mi
problema (y seguro que el tuyo también) es la inmediatez, la impaciencia, el
querer sembrar hoy por la mañana y cosechar hoy por la tarde. Pero eso es
imposible: hoy siembras... y cosecharás a su tiempo. Pero si haces el bien, ese
bien te lo encontrarás.
Hoy
el reto es sembrar el bien a tu alrededor, sin querer recoger el fruto. A su
tiempo, el fruto llegará. En tu oración, pregúntale al Señor a quién has dejado
ya de hacer el bien; quizás no le haces mal, pero has dejado de sembrar.
Acércate a esa persona y ten un gesto con ella desde el amor. Quizás un mensaje
de WhatsApp, dándole los buenos días o preguntándole cómo está. No dejes que tu
corazón se endurezca: en el día de hoy, planta el bien.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma