La Santa Sede ha comunicado que el Papa Francisco –acogiendo la petición
dirigida por el prelado del Opus Dei– ha establecido que Guadalupe Ortiz de
Landázuri sea beatificada en Madrid el sábado 18 de mayo de 2019
La Santa Sede ha comunicado que el Papa
Francisco –acogiendo la petición dirigida por el prelado del Opus Dei, Mons.
Fernando Ocáriz– ha establecido que Guadalupe Ortiz de Landázuri sea
beatificada en Madrid, su ciudad natal, el sábado 18 de mayo de 2019,
aniversario de la primera Comunión de la próxima beata. El Santo Padre aprobó
el milagro previo a la beatificación el
pasado 8 de junio.
El representante del Santo Padre que
presidirá la ceremonia de beatificación es el cardenal Angelo Becciu, prefecto
de la Congregación de las Causas de los Santos.
En las próximas semanas, a través
de www.guadalupeortizdelandazuri.org, se irán
ofreciendo otros detalles sobre el lugar de la ceremonia y otros actos: misas
de acción de gracias y actividades para conocer mejor a la futura beata.
“La noticia nos llena de agradecimiento a
Dios y al Santo Padre –señala Mons. Fernando Ocáriz en una carta dirigida a los
fieles y amigos de la prelatura–. Os invito a uniros a mi petición a
Guadalupe por las intenciones del Papa, especialmente por los trabajos de los
padres sinodales reunidos estos días en Roma para tratar sobre los jóvenes, la
fe y el discernimiento vocacional”.
“Precisamente este evento eclesial –añade
el prelado– pone de relieve cómo una vida al servicio de Dios y de los demás,
también de los más necesitados, puede estar llena de alegría y sentido, tal
como vemos en la existencia de la futura beata. Guadalupe supo encontrar a Dios
en el desempeño cotidiano de su labor científica y docente, en las distintas
tareas de formación y gobierno que san Josemaría le encomendó, y en la
enfermedad, llevada con gran espíritu cristiano”.
Esta química madrileña, que vivió
diversos años en México e Italia, es la primera fiel laica del Opus Dei que
llega a los altares.
Rasgos biográficos
Guadalupe Ortiz de Landázuri (Madrid,
1916 – Pamplona, 1975) fue una de las primeras mujeres que siguieron a san
Josemaría Escrivá de Balaguer en su empeño por difundir la llamada universal a
la santidad a través del Opus Dei. El texto del decreto promulgado por la
Congregación de las Causas de los Santos recoge cómo Guadalupe vivió en grado
heroico las virtudes, y “se entregó por entero y con alegría a Dios y al
servicio de su Iglesia, y experimentó intensamente el amor divino” (Decreto sobre las virtudes heroicas de Guadalupe Ortiz
de Landázuri).
Guadalupe se caracterizó desde sus
primeros años por su sólido carácter y su valentía. Era la pequeña de cuatro
hermanos, uno de los cuales falleció poco antes de que ella naciera. Comenzó el
bachillerato en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, que dirigían los
marianistas en la ciudad de Tetuán, donde su padre había sido destinado como
oficial del ejército. En el curso que le correspondió era la única mujer y
destacó por su audacia y sus buenas calificaciones académicas. Terminó el
bachillerato en Madrid en el año 1933 y en octubre de ese mismo año se
matriculó en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central. Entre
los sesenta alumnos de primer curso sólo había cinco mujeres.
En los primeros días de la Guerra Civil,
en julio de 1936, su padre fue detenido y condenado a muerte dos meses después,
tras un proceso sumario. Guadalupe permaneció al lado de su padre con su madre
y su hermano Eduardo, confortándole en las horas previas a la ejecución. Pese
al enorme dolor por la pérdida y al hecho de tener que huir de Madrid con su
madre, no conservó nunca rencor hacia los autores de la muerte de su padre.
Incluso años más tarde, al establecer su residencia en México, mantendría
relación con diferentes personas procedentes del bando republicano, que se
habían tenido que exiliar en ese país al finalizar la Guerra Civil española.
En 1939, tras el fin de la guerra,
Guadalupe regresó a la capital de España, donde completó su licenciatura en
Químicas y comenzó a dar clase en varios colegios. Fue entonces, cuando conoció
al fundador del Opus Dei y entendió que Dios la llamaba a formar parte, con una
disponibilidad total y viviendo el celibato apostólico, de esta nueva
institución nacida en el seno de la Iglesia católica. Corría el año 1944 y
Guadalupe tenía 27 años. Desde aquel momento se dedicó a buscar la santidad
personal a través de su trabajo y de su quehacer diario, además de ayudar a
otras personas a hacer lo mismo. Su alegría era contagiosa, y patente su
fortaleza para afrontar positivamente cualquier dificultad. Destacaba también
por su optimismo y su generosidad con los demás.
En 1950 el fundador del Opus Dei le
planteó la posibilidad de ir a México. De inmediato respondió positivamente y
se trasladó con ilusión a ese país. Allí puso en marcha las actividades
formativas del Opus Dei, con todo tipo de personas. Entre sus primeros proyectos
estuvo una residencia para estudiantes universitarias en
la calle Copenhague de la capital mexicana. Guadalupe se ocupó también de
manera especial de la formación de las mujeres campesinas y de impulsar un
proyecto de enseñanza: la escuela rural Montefalco, donde estas
personas aprendían a leer y a escribir, así como algunos oficios manuales.
En 1956 dejó México para colaborar con
san Josemaría en la dirección del Opus Dei en Roma. Sin embargo, al cabo de
unos meses, una estenosis mitral en el corazón la llevó a tener que abandonar
Roma y regresar a Madrid para recibir tratamiento médico. A partir de entonces
permanecería ya en esa ciudad. Completó sus estudios de doctorado en Químicas y
se incorporó al Instituto Ramiro de Maeztu como profesora y, posteriormente,
como catedrática en la Escuela femenina de Maestría Industrial de la capital.
En esa etapa se hizo cargo además del cuidado de su madre, a la vez que dirigía
uno de los centros del Opus Dei y seguía con una intensa actividad profesional.
A pesar de su delicada salud, no
disminuyó su ritmo de trabajo, ni dejó de dedicarse con entusiasmo al
apostolado con gente de todas las edades. También en esos años colaboró en la
puesta en marcha del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Domésticas
(CEICID), donde impartió clases de Química de Textiles.
En 1975, la enfermedad de corazón que
había ido deteriorando su salud, la obligó a someterse a una nueva intervención
quirúrgica en Pamplona. Pese al éxito inicial de la operación, una
insuficiencia respiratoria posterior agravó su estado de salud, y falleció el
16 de julio del mismo año. El pasado 5 de octubre sus restos fueron trasladados desde Pamplona al
Oratorio del Caballero de Gracia de Madrid.
Fuente: Opus Dei