TAREA DE TODOS
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Dominio público |
II. Toda circunstancia es
buena para el apostolado.
III. La caridad, vínculo de
unión y fundamento del apostolado.
“«Juan le dijo:
«Maestro, hemos visto a uno expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos
prohibido, porque no viene con nosotros».
Jesús contestó: «No se lo prohibáis,
pues no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda a continuación
hablar mal de mí: el que no está contra nosotros, está con nosotros. Y
cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de
Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a
uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una
piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar.
Y si tu mano derecha te escanda liza, córtala: más te vale entrar manco en la Vida que con las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida que con dos pies ser arrojado a la gehena del fuego inextinguible. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga» (Marcos 9, 38-43,45. 47-48).
I. El Evangelio de la Misa
nos relata que Juan se acercó a Jesús para decirle que habían visto a uno que
echaba demonios en su nombre. Como no era del grupo que acompañaba al Maestro,
se lo habían prohibido. Jesús contestó a los suyos: No se lo impidáis, porque
uno que hace milagros en mi nombre no puede hablar mal de Mí.
Jesús
reprueba la intransigencia y la mentalidad exclusivista y estrecha de los
discípulos, y les abre el horizonte a un apostolado universal, variado y
distinto. Los cristianos no tenemos mentalidad de partido único. La única
condición –dentro de esta gran variedad de modos de llevar a Cristo a las
almas- es la unidad en lo esencial: proclamar la verdad sobre Cristo, sobre la
Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia que la
interpreta auténticamente.
Como
consecuencia de su ser cristiano, los fieles y las Asociaciones a las que
pertenecen manifiestan su unidad filial con el Papa y con los Obispos, dando
testimonio de una comunión firme expresada en la leal disponibilidad para
acoger sus enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales, y en el
reconocimiento de una legítima pluralidad entre los cristianos.
II. Todo cristiano está
llamado a extender el Reino de Cristo, y toda circunstancia es buena para el apostolado,
el cual nunca debe detenerse: los modos y las formas pueden ser muy diversos,
pero el fin es el mismo. ¡Qué caminos tan distintos escoge el Señor para atraer
a las almas!
Lo
verdaderamente importante es que el mundo esté cada día un poco más cerca de
Cristo. Y a esta tarea llama el Señor a todos, pero no de la misma manera, en
una uniformidad que empobrecería el apostolado.
III. Sea cual fuere el modo
apostólico al que el cristiano se sienta llamado y las circunstancias en la que
haya de ejercerlo, la caridad ha de ir siempre por delante. En esto conocerán
que sois mis discípulos, había anunciado el Señor (Juan 13, 35).
Debemos
acercarnos a los demás, primero con la caridad bien vivida, base de todo
apostolado, apreciando de verdad a quienes nos rodean aunque al principio pueda
resultar difícil el trato; sin permitir que defectos, aparentes o reales, nos
separen de ellos. En cada uno vemos a un hijo de Dios de valor infinito, y esto
nos lleva a un aprecio sincero, que está por encima de los defectos y modos de
ser.
El
Señor nos tendrá preparado un gran premio porque a lo largo de nuestra vida
hemos procurado que muchas almas se acerquen a Él. Pidamos a Nuestra Madre una
gran generosidad.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org