Las llamas estallaron alrededor de las 10 de la noche, por razones que aún se desconocen
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| Palacio Episcopal greco-católico de Oradea, Rumania (Photo by Mihai Bogdan) |
Un
devastador incendio destruyó este sábado 25 de agosto, el Palacio Episcopal de
la Iglesia greco-católica en la ciudad de Oradea, Rumania. Mons. Virgil Bercea,
Obispo greco-católico de esta ciudad rumana, expresa su dolor en la entrevista
concedida a Vatican News.
“Es
una desgracia, un desastre”, con estas palabras, aun conmocionadas, Mons.
Virgil Bercea, Obispo greco-católico de Oradea, comenta ante los micrófonos de
nuestra colega Bárbara Castelli, el incendio que el pasado 25 de agosto
destruyó el Palacio Episcopal de la Iglesia greco-católica de Oradea, en
Rumanía.
Las
llamas estallaron alrededor de las 10 de la noche, por razones que aún se
desconocen. La pronta intervención de los bomberos no pudo evitar que el
incendio destruyera este histórico edificio, que desde hace algún tiempo estado
siendo renovado. “El techo se ha derrumbado, afirma el Prelado, y también el
ático del primer piso”, señalando que ya se ha constituido una comisión de
expertos para indagar sobre lo ocurrido y planificar la reconstrucción.
Incalculables
daños a un símbolo de ciudad
El edificio barroco, construido en la
segunda mitad del 700 por la emperatriz María Teresa de Austria, tiene un gran
valor simbólico para la comunidad greco-católica de todo el país. En 1948, con
la abolición de la Iglesia greco-católica por el régimen comunista, fue
confiscada y transformada en la Escuela de Artes y luego en la Biblioteca de la
región de Bihor, antes de ser devuelta en 2005. “El Palacio Episcopal era un
símbolo de la ciudad, añade el Obispo rumano, conmoviéndose al narrar que este
hecho involucraba a todo el pueblo de Oradea: “Es un drama, pero un drama de nuestra
Iglesia, un drama de nuestra ciudad. Veo que todas las personas lo sienten como
su propio drama”.
Solidaridad
y ecumenismo
Ante tan desafortunada situación, que echa
abajo tantos esfuerzos, sobre todo económicos, para reestructurar el Palacio
Episcopal, Mons. Virgil Bercea habla no sólo de la solidaridad recibida con
prontitud por el Ayuntamiento, sino también de la mano extendida por los demás
representantes religiosos. “Los católicos, los ortodoxos, los protestantes, los
romano-católicos, precisa el Obispo de Oradea, me han ayudado de manera
fantástica; asimismo, Mons. Bercea señala que, el Patriarca Ortodoxo también lo
ha llamado”.
R.– “Es una desgracia, un desastre. Esto
sucedió el sábado por la noche. Mi secretario me llamó diciendo: ¡El Episcopado
se está quemando! Salí al balcón y me quedé asombrado. En dos horas se ha
quemado todo lo que hemos hecho en cinco o seis años. La causa: hay una
comisión del Estado. No se puede entrar dentro por el momento. No lo sabemos.
En el interior se trabajaba porque la restauración estaba en marcha... Gracias
a Dios, no había muebles, ni libros ni otros documentos. El techo se derrumbó,
al igual que el ático del primer piso. ¿Qué ha pasado: una mano incendiaria? No
lo sabemos”.
¿Cuáles
son los pasos a seguir ahora, especialmente a la luz del daño que ha sufrido?
R.–
“Esperamos que en estos días, mañana o pasado mañana, nos permitan entrar,
porque hay vigas de hierro muy pesadas que han caído al suelo de la planta
baja. Gracias a Dios que el Ayuntamiento y no sólo el Ayuntamiento, sino toda
la gente de Oradea, todos los católicos, ortodoxos, protestantes, católicos
romanos, porque aquí está el Obispo latino, me han ayudado de una manera
fantástica, todos. El Patriarca Ortodoxo también me llamó. Todo debe ser
liberado. Hay una comisión de ingenieros, constructores y arquitectos y hay una
máxima disponibilidad de la Municipalidad para ayudarnos a reconstruir esto, ya
está al centro de la ciudad, en la plaza principal. Es un patrimonio histórico
y sólo las empresas que tienen permisos para trabajar en monumentos pueden
hacerlo. Es muy difícil”.
Es
una tragedia que, sin embargo, ha tenido una respuesta de gran solidaridad y
también una respuesta ecuménica.
R.-
“El Palacio Episcopal era un símbolo de la ciudad, toda la gente de Oradea
siente que es suyo. Por supuesto, es nuestro, de los greco-católicos, pero es
de la ciudad de Oradea y veo que todo el mundo se siente así. Es un drama, pero
un drama de nuestra Iglesia, un drama de nuestra ciudad. Veo que todas las
personas sienten que es su propio drama”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
Vatican News
