Según
los obispos, «en los últimos años se ha constatado un número creciente de
hogares» que no pueden costear el alto precio de la energía
En
su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, la
Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española ha hecho un
llamamiento para que se modere el consumo de ambos recursos
«Tanto
la pobreza energética como el acceso deficiente al agua potable suponen dos
casos flagrantes de violación de los derechos humanos ante los que los
cristianos no podemos permanecer indiferentes». Así lo ha asegurado la Comisión
de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española en su mensaje para la
Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará este
sábado 1 de septiembre bajo el lema Agua y energía: dos pilares básicos de la
Casa Común.
Según
los obispos, «en los últimos años se ha constatado un número creciente de
hogares» que no pueden costear el alto precio de la energía. Más de 6 millones
de personas se encuentran en una situación de pobreza energética.
Respecto
al agua, la Comisión de Pastoral Social ha alertado de los «no pocos conflictos
interregionales e ideológicos» que resultan de «la distribución de un recurso
escaso y repartido de forma tan desigual a lo largo del territorio» como es el
agua.
Ante
esta situación, «la Iglesia Católica no puede permanecer indiferente». Como
cristianos «debemos ofrecer nuevos patrones de conducta basados en la justicia,
la responsabilidad, el altruismo, la subsidiariedad y la concepción del
desarrollo integral de los pueblos orientado al bien común». Por ello, la CEE
ha hecho un llamamiento para que se modere el consumo de ambos recursos y ha
pedido incidir en la educación para alcanzar la sostenibilidad.
Concretamente,
en su mensaje, los obispos han pedido a las sociedades tecnológicamente
avanzadas que sean sobrias y reduzcan el uso de energía no renovable y del
agua, y que aporten recursos a los países más necesitados para apoyar políticas
y programas de desarrollo sostenible.
Asimismo,
ha invitado a «trascender los análisis meramente económicos y los cálculos
políticos para ser capaces de apreciar el valor intrínseco, más allá de su uso
instrumental, de los recursos naturales de que disponemos».
«Ser
cuidador y custodio de la creación se convierte, por tanto, en la tarea
principal que Dios encomienda al hombre; una tarea que requiere de una sólida
formación y de una sensibilidad sacramental, pero también de una imprescindible
conformación de hábitos y comportamientos. En esta tarea también la Iglesia
puede realizar una valiosa contribución», ha concluido la Comisión.
Alfa
y Omega