Cada
cosa para lo que es
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Tenía
muy rota la correa del reloj. Una amiga se dio cuenta y, de sorpresa, me envió
una nueva. Cuando la vi me encantó. Era deportiva, que es como me gustan a mí
por lo cómodas que son. El inconveniente de esas correas es que son de caucho,
pero esta estaba llena de agujeros. “¡Qué bien!”, pensé, “¡así ya no me va a
sudar la correa!”.
Me
la cambié tan contenta... pero ayer hizo 33 grados. Mi muñeca, como el resto de
mi cuerpo, no paraba de sudar.
Yo
me indigné: ¡supuestamente, con esta correa no sudaría!
Después
de mirarla un rato, me di cuenta de que la función de los agujeros no es que no
sude (y menos en verano) sino que transpire. Para esto habían sido creados los
agujeros, para que transpire la muñeca.
Cuántas
veces nos obcecamos en una idea, queremos que algo que ha sido creado para una
cosa se utilice para otra... y así nos pasa, que no entendemos nada en nuestra
vida.
Jesús
ha creado tu corazón para amar y ser amado. Es para lo que nos lo ha creado, y
el corazón no desea hacer otra cosa. Pero es verdad que a veces la vida nos
golpea, y entonces utilizamos el corazón no para amar, sino para tener rencor,
juicios, resentimientos, soberbia, amarguras...
Utilizamos
algo tan valioso y tan grande como es el corazón para algo para lo que no ha
sido creado. ¿Y qué ocurre? Pues que la tristeza empieza a dominar nuestra
vida, que el mal humor es la tónica que tenemos. El motivo es sencillo: estás
utilizando el corazón para lo que no ha sido creado. Es tu cabeza la que manda
sobre tu corazón, sin dejarle latir.
Jesús
te quiere feliz. Te ha creado perfecto y quiere volcar todo Su amor en tu
corazón para que tengas vida y vida en abundancia.
No
te confundas: cada cosa tiene su función, es cuestión de descubrirlo.
Hoy
el reto del amor es que dejes a tu corazón libre de lo que no sea amar. Haz una
llamada de teléfono a esa persona a la que en tu corazón te cuesta amar. Antes
de marcar mira al cielo y pídele al Señor que sane tu corazón y que salga amor.
Después llámale, y deséale un feliz día.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma