Si los cristianos pueden no estar de acuerdo en
todo, pueden al menos recitarla juntos
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ALEXANDER NEMENOV / AFP |
Cuando Jesús instituyó una Iglesia en esta
tierra, no quería, por supuesto, que fuese una casa dividida. Como escribió
Juan Pablo II en su encíclica Ut unum sint, “La unidad de toda la
humanidad herida es voluntad de Dios. Por esto Dios envió a su Hijo para que,
muriendo y resucitando por nosotros, nos diese su Espíritu de amor. La víspera
del sacrificio de la Cruz, Jesús mismo ruega al Padre por sus discípulos y por
todos los que creerán en Él para que sean
una sola cosa, una comunión viviente”.
Por desgracia, viviendo en un
mundo caído, debemos aún realizar este deseo, y según el Center for the Study of Global Christianity(CSGC)
del Gordon-Conwell
Theological Seminary, ¡en el mundo hay casi 41.000 confesiones
cristianas!
Aunque hay aún mucho que divide
a los cristianos en el mundo, una actividad en la que todos los cristianos
pueden unirse es la oración.
Es
la oración lo que une y supera las divisiones de las controversias teológicas y de
las opiniones discordantes sobre las enseñanzas de Cristo.
En particular, hay una oración
compartida de la gran mayoría de las denominaciones cristianas: la Oración del
Señor.
Es una
oración enseñada por el propio Jesús, y como afirma el Catecismo “es
verdaderamente la síntesis de todo el Evangelio, ‘la oración perfectísima’. Esa
está en el centro de las Escrituras” (CCC 2774).
Si los cristianos pueden no
estar de acuerdo en todo, pueden al menos recitar juntos la oración enseñada
por la persona a la que aman con todo el corazón.
Padre
nuestro que estás en el cielo
santificado sea Tu nombre
venga a nosotros Tu Reino
hágase Tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal
Amén.
santificado sea Tu nombre
venga a nosotros Tu Reino
hágase Tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal
Amén.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia