Dios es joven porque “hace
nuevas todas las cosas” y es social
Sale
a la venta en todo el mundo, con vistas a la Jornada Mundial de la Juventud que
se celebrará el próximo 25 de marzo, Domingo de Ramos, tanto en la Ciudad del
Vaticano como en las diócesis de los cinco continentes, el libro-entrevista del
Papa Francisco titulado “Dios es joven”
En
Italia el libro ha sido publicado por Piemme, la Casa editorial del
grupo Mondadori que administrará los derechos mundiales. Les
ofrecemos algunos extractos de las respuestas del Santo Padre seleccionados por
nuestro colega Roberto Piermarini:
Los jóvenes son profetas
con alas
Un
joven tiene algo de profeta, y debe darse cuenta de ello. Debe ser consciente
de tener las alas de un profeta, la actitud de un profeta, la capacidad de
profetizar, de decir, y también de hacer. Un profeta de hoy tiene capacidad
tanto de condena, como de perspectiva. Los jóvenes tienen ambas cualidades.
Saben condenar, pero también muchas veces no expresan bien su condena. Y
también tienen la capacidad de escrutar el futuro y verá más adelante.
Los jóvenes de hoy están
creciendo en una sociedad desarraigada
Para
comprender hoy a un joven debes comprenderlo en movimiento, no puedes estar detenido
y pretender encontrarte en su longitud de onda. Si queremos dialogar con un
joven debemos ser ‘móviles’, y entonces será él quien ralentizará para
escucharnos, será él quien decida hacerlo. Y cuando ralentice comenzará otro
movimiento: un movimiento en el que el joven comenzará a estar al paso más
lentamente para hacerse escuchar y los ancianos acelerarán para encontrar el
punto de encuentro. Ambos se esfuerzan: los jóvenes para ir más despacio y los
viejos para ir más veloces. Esto podría marcar el progreso (…). Los adultos con
frecuencia desarraigan a los jóvenes, extirpan sus raíces y, en lugar de
ayudarlos a ser profetas para el bien de la sociedad, los vuelven huérfanos y
descartados. Los jóvenes de hoy están creciendo en una sociedad desarraigada.
Pedir perdón a nuestros
jóvenes
Debemos
pedir perdón a nuestros jóvenes porque no siempre los tomamos en serio. No
siempre los ayudamos a ver el camino y a construirse aquellos medios que
podrían permitirles no terminar descartados. Con frecuencia no sabemos hacerlos
soñar y no somos capaces de entusiasmarlos. Es normal buscar el dinero para
construirse una familia, un futuro y para salir de aquel papel de subordinación
a los adultos en el que hoy los jóvenes están demasiado tiempo. Lo que cuenta
es evitar experimentar el afán de acumular.
Es el trabajo el alimento
del alma y no el dinero
El
trabajo debería ser para todos. Cada ser humano debe tener la posibilidad
concreta de trabajar, de demostrarse a sí mismo y a sus seres queridos que
puede ganar para vivir. No se puede aceptar la explotación, no se puede aceptar
que muchísimos jóvenes sean explotados por los empleadores con falsas promesas,
con las pagas que nunca llegan, con la excusa de que son jóvenes y deben hacer
experiencia. No se puede aceptar que los empleadores pretendan de los jóvenes
un trabajo precario e incluso gratuito, como sucede (…). Los jóvenes nos piden
ser escuchados y nosotros tenemos el deber de escucharlos y de acogerlos, no de
explotarlos. No hay excusas que se mantengan en pie.
Demasiados padres educan a
sus hijos en la cultura de lo efímero
Parece
que crecer, envejecer, estacionarse, sea un mal. Es sinónimo de vida agotada,
insatisfecha. Hoy parece que todo debe estar caracterizado y enmascarado. Como
si el hecho de vivir no tuviera sentido. Recientemente he hablado de cuán
triste sea que alguien quiera hacer un lifting ¡incluso al corazón!
¡Es doloso que alguien quiera borrar las arrugas de tantos encuentros, de
tantas alegrías y tristezas!
Demasiado
frecuentemente hay adultos que juegan a hacerse los muchachitos, que sienten la
necesidad de ponerse al nivel del adolescente, pero no comprenden que es un
engaño. Es un juego del diablo. No logro comprender cómo sea posible para un
adulto sentirse en competición con un muchachito, pero lamentablemente sucede
cada vez con mayor frecuencia (…). Hay demasiados padres adolescentes en la
cabeza, que juegan a la vida efímera eterna y, más o menos conscientemente,
vuelven víctimas a sus hijos de este juego perverso de lo efímero. Porque por
un lado educan hijos encaminados hacia la cultura de lo efímero y, por otro,
los hacen crecer cada vez más enraizados en una sociedad que llamo,
precisamente, “desarraigada”.
Viejos soñadores y jóvenes
profetas son la salvación de nuestra sociedad desarraigada
Los
adultos con frecuencia desarraigan a los jóvenes, extirpan sus raíces y, en
lugar de ayudarlos a ser profetas por el bien de la sociedad, los hacen
huérfanos y descartados. Los jóvenes de hoy están creciendo en una sociedad
desarraigada (…). Hoy las redes sociales parecerían ofrecernos este espacio de
conexión con los demás; el web hace sentir a los jóvenes parte de un único
grupo. Pero el problema que comporta Internet es su misma virtualidad: el web
deja a los jóvenes en el aire y por esto extremadamente volátiles (…).
Pienso
que un camino fuerte para salvarnos es el diálogo, el diálogo de los jóvenes
con los ancianos: una interacción entre viejos y jóvenes, superando también,
provisionalmente, a los adultos. Jóvenes y ancianos deben hablarse y deben
hacerlo cada vez más frecuentemente: ¡esto es muy urgente! Y deben ser los
viejo tanto cuanto los jóvenes los que tomen la iniciativa (…). Pero esta
sociedad descarta a unos y otros, descarta a los jóvenes así como descarta a
los viejos. Y sin embargo la salvación de los viejos es dar a los jóvenes la
memoria, esto hace de los viejos auténticos soñadores de futuro; mientras la
salvación de los jóvenes es tomar estas enseñanzas, estos sueños y llevarlos
adelante en la profecía (…). Viejos soñadores y jóvenes profetas son el camino
de salvación de nuestra sociedad desenraizada: dos generaciones de descartados
pueden salvar a todos.
Dios es joven porque “hace
nuevas todas las cosas” y es social
Dios
es Aquel que renueva siempre, porque Él es siempre nuevo: ¡Dios es joven! Dios
es el Eterno que no tiene tiempo, pero es capaz de renovar, rejuvenecerse
continuamente y rejuvenecer todo. Las características más peculiares de los
jóvenes son también las suyas. Es joven porque “hace nuevas todas las cosas” y
ama las novedades; porque sorprende y ama el estupor; porque sabe soñar y tiene
el deseo de nuestros sueños; porque es fuerte y entusiasta; porque construye
relaciones y nos pide a nosotros que hagamos lo mismo, es social. Pienso
en la imagen de un joven y veo que también él tiene la posibilidad de ser
“eterno”, poniendo en jugo toda su pureza, su creatividad, su coraje, su
energía, acompañado por los sueños y la sabiduría de los ancianos. Es un ciclo
que se cierra, que crea una nueva continuidad y me recuerda la imagen de la
eternidad.
Vatican
News