¿Es
un ritual supersticioso o algo más?
Al
ver un partido de béisbol – o cualquier evento deportivo – es muy común ver al
menos a un jugador haciendo el signo de la cruz.
¿Por
qué? ¿Es alguna superstición personal?
Ivan
Rodríguez, ex-jugador de béisbol de las Grandes Ligas, explicó en una entrevista al Sun Sentinel cómo
se bendecía antes de cada lanzamiento. Era una costumbre que empezó cuando
jugaba en el campo de béisbol de su barrio cuando era pequeño, y rezaba una
breve oración cada vez que lo hacía.
“Siempre creo en Jesús. Siempre que tengo
tiempo, rezo. Y hablo con Jesús. Siempre le pido que cuide de mí, que cuide de
mi familia. Nunca le digo: “quiero que me des esto hoy”.
Del
mismo modo, el ex jardinero derecho Juan González dijo que
antes de cada bateo, se santiguaba y rezaba por cosas diferentes: “Manténme
sano. Déjame jugar duro. No dejes que me lastime”.
El
ritual está arraigado en muchos atletas. Y ciertamente el signo de la cruz es
algo que la Iglesia católica ha animado a hacer durante siglos. Muchas
madres y abuelas han seguido la tradición de bendecir a sus hijos haciendo
el signo de la cruz antes de cualquier cosa, ya sea un examen o una competición
deportiva. En su mente, nada está fuera de los límites de la gracia de Dios.
El
Catecismo de la Iglesia católica afirma esta práctica y explica cómo “el
cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la
cruz, “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El
bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor
que le permite actuar en el Espíritu como hijo del Padre. La señal de
la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades” (2157).
Obsérvese
cómo el Catecismo señala que el “cristiano comienza… sus actividades con la
señal de la cruz”. Esto pone de relieve el hecho de que cualquier actividad
(que no sea inherentemente pecaminosa, por supuesto) puede ser santificada por
la cruz de Cristo.
Cuando
un deportista invoca la gracia y ayuda de Dios en una situación estresante, lo
está haciendo en reconocimiento del cuidado providencial de Dios.
Es
cierto que la costumbre puede hacerse de manera supersticiosa y
no revela en sí misma mucho sobre la fe del individuo, que sólo Dios puede
juzgar. Sin embargo, eso no significa que sea algo que deba evitarse.
Simplemente desafía a la persona a recordar lo que está haciendo y a convertir
la acción de persignarse en oración.
Dios
quiere ser parte de todos los aspectos de nuestras vidas y permanecer en
nuestros corazones en cada actividad en la que participamos. Hacer el signo de
la cruz nos recuerda ese hecho y abre nuestros corazones a Él dondequiera que
estemos. Estemos en la escuela, en la iglesia o en el campo, Dios está con
nosotros.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia
