El Pontífice exhortó
a “esperar” la visita de Dios a “cada uno de nosotros”
El Papa
Francisco elevó una invocación al Señor para que nos enseñe la “tensión
hacia la redención” en su homilía de la Misa matutina celebrada
en la capilla de la Casa de Santa Marta el último lunes de
septiembre.
Reflexionando
a partir de la Primera Lectura del día, que relata el momento en el
que el pueblo de Israel es liberado del exilio, el Santo Padre puso
de manifiesto que “el Señor visitó a su pueblo y lo recondujo a Jerusalén”. A
la vez que explicó que la palabra “visita” es “importante” en la historia de la
salvación, puesto que “toda liberación, toda acción de redención de Dios, es
una visita”:
“Cuando
el Señor nos visita nos da la alegría, es decir, nos coloca en un estado de
consolación. Este cosechar en la alegría… Sí, han sembrado en las lágrimas,
pero ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y la
consolación no sólo sucedía en aquel tiempo, es un estado en la vida espiritual
de cada cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.
Por
lo tanto, el Pontífice exhortó a “esperar” la visita de Dios a “cada
uno de nosotros”. Y dijo que “hay momentos más débiles” y “momentos más
fuertes”, si bien el Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, con la
consolación espiritual, colmándonos “de alegría”.
De
manera que debemos esperar este evento con la virtud “más humilde de todas”: la
esperanza, que “es siempre pequeña”, pero “muchas veces es fuerte cuando está
escondida como las brasas debajo de las cenizas”. Del mismo modo el cristiano
vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da
este encuentro con el Señor”. Francisco añadió que si un cristiano no
está en tensión hacia ese encuentro, es un cristiano “cerrado”, “puesto en el
depósito de la vida”, sin saber “qué hacer”.
Además,
el Papa Bergoglio invitó a “reconocer” la consolación “porque están
los falsos profetas que parecen consolarnos y que, en cambio, nos engañan”. Esa
– dijo – no es “una alegría que se puede comprar”:
“La
consolación del Señor toca por dentro y te mueve y te da un aumento de caridad,
de fe, de esperanza y también te lleva a llorar por tus propios pecados.
Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a llorar con Jesús… Del mismo modo te
eleva el alma a las cosas del Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo,
tranquiliza el alma en la paz del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No
es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos,
y debemos tener alguna – pero la consolación te envuelve y precisamente
la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste es el Señor”.
El Papa
Francisco recordó hacia el final de su homilía que hay que agradecer con
la oración al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a ir adelante,
para esperar, para llevar la Cruz”. Y pidió, por último, que se conserve la
consolación recibida:
“Es
verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte – es un
momento – pero deja sus huellas. Y conservar estas huellas y hacerlo con la
memoria; conservar como el pueblo ha conservado esta liberación. Nosotros hemos
vuelto a Jerusalén porque Él nos ha liberado desde allá. Esperar la
consolación, reconocer la consolación y conservar la consolación. Y cando pasa
este momento fuerte, ¿qué cosa queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la
consolación”.
María
Fernanda Bernasconi
Radio
Vaticano