Pidió
a cada uno de los presentes que “las dificultades no los opriman, que la
violencia no los derrumbe y que el mal no los venza”
Tras su visita a la Catedral Primada de
Colombia, en Bogotá, el Papa Francisco saludó y bendijo desde el balcón del
Palacio Cardenalicio a los miles de jóvenes que lo recibieron con gran
algarabía y ovaciones.
Los jóvenes, quienes pronunciaban una y
otra vez “¡Esta es la juventud del Papa!”, se colocaron en todo el perímetro de
la Plaza de Bolívar, la plaza principal de la ciudad y de todo el país que
también fue visitada en años anteriores por Pablo VI y San Juan
Pablo II.
“El fuego del amor de Jesucristo hace
desbordante ese gozo, y es
suficiente para incendiar el mundo entero. ¡Cómo no van a poder
cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse
a soñar a lo grande! A ese sueño grande los quiero invitar hoy”, fueron algunas
de las palabras del Santo Padre este 7 de septiembre, en el discurso de su
segundo día en Colombia.
Cerca del inicio de su discurso, el Papa
fue interrumpido por los vítores y las barras de los presentes, a lo que
respondió que para él es siempre “motivo de gozo” encontrarse con los jóvenes,
a quienes les pidió que “mantengan viva la alegría”, que “es signo del corazón
joven, del corazón que ha encontrado al Señor”.
“Ustedes, los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para
reconocer el sufrimiento de otros; los voluntariados del mundo
entero se nutren de miles de ustedes que son capaces de resignar tiempos
propios, comodidades, proyectos centrados en ustedes mismos, para dejarse
conmover por las necesidades de los más frágiles y dedicarse a ellos”, aseguró
el Pontífice.
No obstante, también se dirigió a aquellos
jóvenes que nacieron “donde la muerte, el dolor, la división han calado tan
hondo”, para que “dejen que
el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilicen”.
“Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no
acostumbrarnos al dolor y al abandono. ¡Cuánto los necesita Colombia para
ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han
podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr
comprender!”, exhortó el Papa.
Siguiendo con la misma idea, reconoció en
los jóvenes la facilidad que hay en ellos para “encontrarse”, porque solo “les basta un rico café, un refajo, o lo que
sea, como excusa para suscitar el encuentro”.
“Los jóvenes coinciden en la música, en el
arte... ¡si hasta una final entre el Atlético Nacional y el América de Cali es
ocasión para estar juntos!”, bromeó el Pontífice.
Por otro lado, el Obispo de Roma reconoció
que la juventud genera algo muy difícil en la vida,
que es el don de “perdonar”.
“Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás
lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio,
porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que
quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y
que los mayores le debemos a ustedes”, añadió.
En ese sentido, aseguró que los jóvenes
“tienen el potencial necesario para construir la nación” soñada, porque “son la esperanza de Colombia y de la Iglesia”.
Inmediatamente después, pidió a cada uno de
los presentes que “las dificultades no los opriman, que la violencia no los
derrumbe y que el mal no los venza”.
“Creemos que Jesús, con su amor y
misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, el pecado y la
muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación
de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda”, exhortó
el Santo Padre.
Finalmente, pidió a los jóvenes de todos
los rincones del país: “cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros” a
“afianzarse en el Señor”, quien “es el único que nos sostiene y alienta para
poder contribuir a la reconciliación y a la paz”.
“Los abrazo a todos y a cada uno, a los
enfermos, a los pobres, a los marginados, a los necesitados, a los ancianos, a
los que están en sus casas… a todos; todos están en mi corazón. Y ruego a Dios
que los bendiga. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”, concluyó el
Pontífice.
Al término del saludo, el Papa Francisco
dirigió el rezo del Ave María e impartió su bendición apostólica.
Fuente:
ACI Prensa