Una nueva solución
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Entre
nogales, pinos y cipreses, allá, justo en medio de nuestra huerta, se encuentra
un enorme tanque de agua.
A
él van a parar las aguas que suben, por medio de un motor, desde 90 metros bajo
tierra. Y desde él, sale el agua que riega todo el jardín, también por medio de
otro motor que hace que salga con potencia.
Hace
ya varios años, el Señor me regaló ver que este tanque es el corazón de la
huerta, la pieza fundamental para que se mantenga todo con vida.
Sin
embargo, hemos notado que algo le ocurre al motor que saca el agua del tanque.
No es la primera vez que nos da problemas, pues, al tratarse de un tanque que
está abierto por la parte superior, no sólo recoge el agua limpia del pozo,
sino que, con los vientos, le cae tierra, hojas y demás cosas que terminan por
atascar el motor... y al final se estanca un poco el agua y todo se convierte
en un lodazal.
El
caso es que ya lo hemos intentado de varias formas: limpiando el interior del
tanque, poniendo una lona en la parte superior a modo de tapa... Al final,
antes o después, nos vuelve a fallar el motor.
Pero,
esta vez, se barajó otra solución: poner un tanque nuevo preparado para exteriores.
No
hicieron mucho caso a esta propuesta, pero tampoco recuerdo más de aquella
conversación, pues me quedé clavada en este comentario. Me di cuenta de que
ésta es nuestra fe. Nosotros creemos que Cristo puede sanar totalmente nuestro
corazón, creemos que Él nos da un corazón nuevo, un corazón Resucitado.
Somos
como este tanque, un hueco vacío para recibir y llenarnos de amor, pero un amor
que no se puede estancar dentro, sino que es para darlo, y regar con este agua
a todos los de nuestro alrededor.
Sin
embargo, tantas circunstancias que hemos vivido, tantos momentos difíciles...
han sido como vientos fuertes que han llenado nuestro interior de lodos que nos
han ido llevando a taponarnos, a cerrarnos a amar. Son heridas que han quedado
en nuestro corazón, y que hemos intentando sanarlas de mil maneras, pero, al
final, nada termina de quitarnos totalmente el peso y las manchas de ese lodo.
Y
es verdad, nosotros no podemos, sólo Cristo puede hacerlo, y lo quiere hacer,
pero necesita que tú se lo entregues.
Tú
se lo entregas así, como está, envejecido, herido, hecho un lodazal... y Él te
lo devuelve nuevo, resucitado. Seguirás siendo el mismo, vivirás con las mismas
personas, pero ya todo es diferente: tú eres nuevo.
Hoy
el reto del amor es entregar tu corazón a Cristo. Seguro que has intentado
mucho con tu esfuerzo, o que has querido hacer "borrón y cuenta
nueva"... pero en el fondo sabes que aquello sigue estando ahí. ¿Quieres
un corazón nuevo? Haz un acto de fe en el poder que tiene Cristo para sanarte,
y deja todo en Sus manos.
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma