“Yo me hice de valor y les aclaré que solo tenía tres meses ahí”, les dijo.
El
P. Juan Botello Barrios, encargado de la Parroquia Llagas de Nuestro Señor
Jesucristo en Ciudad de México, narró los momentos de gran angustia que le tocó
vivir hace unos días cuando un grupo de delincuentes estuvo a punto de
asesinarlo.
El
3 de julio a las 7:30 a.m., dijo el sacerdote al semanario Desde la Fe, tres
hombres ingresaron a su iglesia, ubicada en la
avenida Recreo, de la Delegación Iztacalco. Uno de ellos le preguntó si era el
responsable del templo y le dijo: “vengo por lo que tú ya sabes”.
Le
apuntaron en la cabeza con un arma, lo vendaron y comenzaron a golpearlo
mientras le pedían la llave de las alcancías. El sacerdote se las dio, junto
con las llaves de su auto; y los delincuentes le dijeron que lo habían estado
vigilando desde tiempo atrás.
“Yo
me hice de valor y les aclaré que solo tenía tres meses ahí”, les dijo.
Al
escucharlo, los asaltantes le quitaron la cinta de los ojos aunque le pidieron
no abrirlos, escuchó el sonido de la cámara fotográfica de un celular y lo
llevaron a una habitación donde tenían al otro sacerdote de la iglesia, el P.
Juan Pablo; y a don Ángel, “un señor ya grande y enfermo, quien me ayuda a
organizar las cartas parroquiales”.
Los
hombres los dejaron un momento y el P. Juan Botello le pidió al P. Juan Pablo
que le diera la absolución, “pues estaba casi seguro de que lo asesinarían; el
padre lo hizo, y le pidió lo mismo”.
Mientras
esperaba podía escuchar que los hombres consultaban algo por teléfono. Luego,
entre ellos comentaron que el P. Juan Botello no era a quien buscaban, pero uno
de ellos dijo: “De todos modos, mátalos”.
El
sacerdote contó que ya solo esperaba escuchar, de un momento a otro, el sonido
de algún arma, pero “lo último que alcancé a escuchar fue que huyeron en mi
automóvil, mismo que abandonaron horas más tarde a unas cuadras. Cuando pude
reaccionar, pedí al señor Ángel que llevara un cuchillo y cortara los cinchos”
con los que estaba maniatado.
Lo
que sí se llevaron los sujetos fue el dinero de las alcancías, su billetera,
sus identificaciones y dos tarjetas bancarias.
Llamó
a una patrulla y más tarde, acompañado de un abogado, se dirigió al Ministerio
Público para hacer la denuncia, un trámite engorroso que recién pudo concluir
al día siguiente.
El
P. Juan Botello Barrios dijo que hasta el momento ignora las razones de lo
ocurrido. “En este tipo de situaciones se siente la falta de preparación,
prepotencia, complicidad e insensibilidad en las autoridades”, dijo el
sacerdote.
“Me
cambiaron a otra fiscalía por algunos detalles que me faltaron, y las
declaraciones del sacristán y del señor Ángel. Parece ser que algunas cámaras
captaron algo, pero no sé qué resulte, todo está sujeto a las averiguaciones”,
explicó.
Fuente:
ACI Prensa