Conoce la opción que permite integrarse de alguna
manera en una orden religiosa y seguir la espiritualidad de los frailes pero
sin abandonar el propio estado de vida
¿Sería posible integrarse de
alguna manera en una orden religiosa mendicante y seguir la espiritualidad de
unos frailes pero sin abandonar el propio estado de vida, por ejemplo
manteniendo la vida familiar propia de un casado o de un sacerdote diocesano?
Es una opción que
san Francisco integró en la orden franciscana a partir del año 1212, según el Diccionario de historia moderna de España. Y
siguieron más tarde otras como las de los dominicos, los agustinos, los
servitas, los carmelitas, los mínimos, los premostratenses,…
A lo largo de los
siglos ha habido muchos santos terciarios: Isabel de Hungría, Tomás Moro, Carlos
Borromeo, Rosa de Lima, el Cura de Ars, Francisco de Sales,…
Hoy está muy
integrada en la Iglesia católica. El Código de Derecho Canónico define la orden
terciaria u órdenes terceras como “aquellas asociaciones cuyos miembros, viviendo en el
mundo y participando del espíritu de un instituto religioso, se dedican al
apostolado y buscan la perfección cristiana bajo la alta dirección de ese
instituto” (303).
Normalmente las
antiguas órdenes religiosas tienen tres ramas, que forman parte del mismo
instituto religioso: los sacerdotes y religiosos (el primer orden), las monjas
de clausura (el segundo orden) y las personas vinculadas a la regla de la orden
religiosa y a su espiritualidad, carisma y apostolado, que son llamados
terciarios (la tercera orden).
Las dos primeras
ramas tienen vínculos jurídicos con la orden religiosa; los terciarios que
pertenecen a la tercera rama no tienen ninguna relación jurídica con la misma.
Son sencillamente laicos muy allegados, identificados y afectuosamente unidos a
la vida de la orden religiosa.
Henry Vargas Holguín
Fuente:
Aleteia