Somos salvos únicamente por
la gracia abundante que tiene su fuente en Cristo, según el designio sabio y
compasivo de Dios Padre
Pregunta:
Buenos días, Padre. Sigo
examinando la doctrina católica y reflexionando sobre lo que predica, ya que
como le he dicho en otros correos, soy evangélico desde hace 30 años, pero
quiero (voy lento) avanzar a una mayor comprensión de la doctrina católica. Es
una pregunta, sobre el purgatorio. "Parece", que dicha doctrina
menoscaba gravemente la suficiencia de la obra de Cristo para nuestra
salvación. Da a entender que los méritos de Cristo no son suficientes para
borrar nuestros pecados, que su obra fue incompleta y ha de ser perfeccionada
mediante sufrimientos del cristiano después de la muerte; en una palabra, debe
olvidarse que "la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1
Jn 1:7). Espero su respuesta. Gracias por su tiempo. -- MJCP
Respuesta:
Un
saludo en Cristo, hermano.
Somos
salvos únicamente por la gracia abundante que tiene su fuente en Cristo, según
el designio sabio y compasivo de Dios Padre. Esa gracia llega a nosotros de
muchas maneras y en distintos tiempos, como lo muestra la Escritura con
diversas imágenes. Por ejemplo, la abundancia de las aguas sugiere una
multiplicidad de caminos por los que Dios sacia la sed de la tierra (Salmo 46);
o la diversidad de resonancias del Cristo Glorioso en Apocalipsis 1.
De
modo que no debemos pensar que por el hecho de que toda gracia viene por
Cristo, entonces toda gracia debe llegar del mismo modo o al mismo tiempo.
El
amor divino, por otra parte, claramente traspasa la frontera de la muerte. Dios
"es un Dios de vivos, no de muertos, porque para Él todos están
vivos" (Marcos 12, 18-27). No hay por qué suponer que Dios cesa de amar a
la persona que muere, ni tampoco cabe pensar que ese amor deje de ser eficaz.
Por
supuesto, si la persona muere cerrada, blindada, a la gracia, estamos ante el
triste caso de la condenación porque no puede Dios suplantar o suprimir la
libertad que Él mismo nos dio. Pero si hay en la persona una apertura
fundamental a la gracia, y la persona sin embargo claramente ha muerto con
imperfecciones graves en su corazón. ¿Qué cabe suponer? Apocalipsis 21, 27 dice
que en el Cielo no entra nada impuro ni manchado, de modo que no cabe suponer
que la persona con tales imperfecciones (de egoísmo, soberbia, pereza,
incoherencia moral...) entre en la gloria; pero tampoco es lógico negar que su
apertura al amor compasivo de Dios lo hace receptor idóneo de la gracia que
transforma.
Lo
lógico es afirmar una situación temporal de purificación en virtud del amor
siempre eficaz que viene por los méritos de Cristo. Y eso exactamente es el
purgatorio.
Por:
Fray Nelson Medina