EL PAPA NO QUIERE SER UN “ÍDOLO”

Una mano extendida hacia los migrantes en la medalla por el V aniversario del pontificado de papa Francisco

El papa Francisco ha solicitado que la imagen de una mano extendida en signo de acogida hacia los que escapan de su patria, perseguidos y humillados; los migrantes forzados, sea el símbolo-denuncia inscrito en la medalla conmemorativa de su quinto (V) año de pontificado.

La medalla estará disponible desde el 28 de julio de 2017 y lleva escrito: hospes eram et collegistis me (Mt 25, 35), según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
 
En una cara de la medalla se ve a un hombre sentado en el suelo que se confunde entre la multitud. Es alguien parecido a Cristo: ‘Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.’

Las trampas de la idolatría son solapadas y entronizan el ‘yo’. En este sentido, la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia se retratan en la ‘mano extendida’ que evoca el ‘nosotros’ (altruismo) y niega el ‘yo’ (egoísmo).

Se trata también de un sutil rememorar la frase de Jesús a la trampa de los fariseos sobre los impuestos y el materialismo: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios” (Mateo 22, 15-21).

Precisamente, el amor al dinero y los símbolos paganos en la Biblia están condenados como una manera de servir a los ídolos (Colosenses 3, 1-7).

Cabe anotar que los revolucionarios clásicos luego de hacer la insurrección libertaria, los reyes o los jerarcas tras la entronización terminan ensalzados en el culto a la personalidad (el súper yo) acuñado en las monedas y en los símbolos patrios.

Los emperadores romanos, por ejemplo, hacían moldear sus rostros en las monedas como símbolo de poder y cohesión de los territorios lejanos que formaban el imperio. Así, cada ciudadano, esclavo o extranjero reconocía el poder imperial y quien lo ejercía (César).
El papa Francisco con su visión Cristo-céntrica nos recuerda con este gesto sencillo el legado pontificio que proviene del Evangelio, pues ‘donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón’ (Mateo 6).

El corazón del pontificado parece estar con los pobres y los migrantes. Por eso, Francisco dirige personalmente a tempus la sección refugiados e inmigrantes del  nuevo dicasterio de Servicio del Desarrollo Humano e Integral. 

Este nuevo “ministerio”, que entró en funciones el 1 de enero 2017, está encargado de gestionar las obras de solidaridad hacía los últimos, incluida la Pastoral para los Trabajadores de la Sanidad.

Entretanto, es sabido que Francisco desde el inicio de su pontificado ha pedido mesura a la hora de decidir que su rostro aparezca en la mayoría de símbolos representativos del Estado de la Ciudad del Vaticano, como era tradición.

A pesar de ello, en 2014, salieron al mercado una serie de monedas euro del Vaticano donde figura el retrato del  Jefe de Estado, Franciscus, ligeramente vuelto hacia la izquierda.

Algo que el Papa aceptó de mala gana y por motivos de relaciones con la U.E, que concede la serie de monedas a 4 microestados europeos: Andorra, Monaco, San Marino y el Vaticano. Bergoglio es consciente que el ‘Papa’ es de todos.

En este contexto, la nueva medalla, por voluntad de Francisco, trae a colación el continuo desembarco de desesperados que viajan en chalupas por varias millas desde África a las costas de Europa. Al respecto, esta semana se firmará un protocolo común entre las ONG que operan en el Mediterráneo para mejorar la acogida.

Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia