El término parece genérico
pero en realidad destaca su enfoque espiritual
Después
de Pentecostés, la Iglesia vuelve a lo que ahora denominamos la
temporada del “tiempo ordinario”. Pero, ¿qué significa en realidad esto? ¿Es
algún tipo de tiempo genérico en la Iglesia sin ningún enfoque especial?
Todo
lo contrario: el tiempo ordinario tiene un enfoque específico, aunque este
nombre pueda llevar a confusión. En latín, en cambio, a este periodo se le
llama Tempus per annum, que traducido literalmente es “tiempo durante el
año”. La expresión de “tiempo ordinario” ahonda sus raíces en la palabra latina
“ordo”, es decir, “orden”, dado que, en cierto sentido, este periodo recibe
su nombre de los números ordinales por los que se conocen los domingos (segundo,
tercer, cuarto domingo…) del tiempo ordinario.
Sin
embargo, en un sentido más profundo, el tiempo ordinario puede entenderse como un
“tiempo de orden” en el año eclesiástico. ¿De qué orden hablamos?
Según
explica la Conferencia Episcopal de Estados Unidos:
La
Navidad y la Pascua destacan los misterios centrales del misterio pascual, a
saber, la encarnación, muerte en la cruz, resurrección y ascensión de
Jesucristo y el descenso del Espíritu Santo en Pentecostés. Los domingos y
semanas del tiempo ordinario, por otro lado, nos guían a través de la vida
de Cristo. Es un tiempo de conversión. Es vivir la vida de Cristo.
El
tiempo ordinario es un tiempo de crecimiento y maduración, un tiempo en el
que el misterio de Cristo está llamado a penetrar cada vez más hondo en la
historia hasta que finalmente todas las cosas queden envueltas en Cristo. El
objetivo hacia el que se dirige toda la historia se representa en el último
domingo del Tiempo Ordinario, la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
El
tiempo ordinario es una temporada específica en la Iglesia que se centra en la
vida de Cristo durante sus tres años de ministerio público. De ahí que el
comienzo del tiempo ordinario empiece con el bautismo del Señor, ya que ese es
el inicio del ministerio público de Jesús. El segundo domingo del tiempo
ordinario continúa con el enfoque en las Bodas de Caná, donde Jesús realizó su
primer milagro público.
El
color de esta temporada litúrgica es el verde, que se asocia normalmente con el
crecimiento. El tiempo ordinario, por tanto, se considera un tiempo de
crecimiento en nuestro conocimiento y amor de Jesús. Es un tiempo “ordenado”
hacia el desarrollo espiritual, siguiendo los pasos de la vida pública de
Jesús.
De
modo que, aunque el nombre de esta temporada pueda parecer una ocurrencia
tardía, tiene su significado.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia