El histórico socialista contó en cómo su
educación cristiana y las encíclicas de Juan XXIII le motivaron a dar el salto
a la política
«La
política es un servicio, no es una profesión». Esta es la opinión del antiguo
embajador de España ante la Santa Sede Francisco Vázquez, protagonista en
la III Jornada Cristianos y Política organizada en Toledo este
fin de semana por Polis, grupo de trabajo de la Delegación de Apostolado
Seglar de la archidiócesis.
El
histórico político socialista defendió la necesidad «tener independencia
personal y no hacer de la política un trabajo». Esto es lo que proporciona
«la independencia» para «poder decir sí o no. De esta manera, no te amarras al
poder».
Vázquez
se mostró preocupado por la situación actual de España, y en concreto por el
resurgimiento de un ataque a la religión católica. «Situaciones y problemas ya
superados en el pasado aparecen de nuevo», dijo. El problema en la España
actual es que «el laicismo se está convirtiendo en una religión».
En
particular, «en España se hace necesario desmontar la línea política de
pensamiento que acusa a la Iglesia de su injerencia en la vida pública», añadió,
animando por el contrario a los cristianos a una mayor participación y
testimonio en la vida pública.
Francisco
Vázquez, en todo caso, no se presentó como un «modelo», sino más bien como un
«testigo», cuyo compromiso católico nace de una familia de firmes
convicciones religiosas «donde se rezaba el rosario todos los días», lo
cual «no era incompatible con un clima liberal frente al totalitarismo» de
aquellos tiempos en España.
Su
fe –contó– estuvo marcada por de sus estudios en los Hermanos Maristas de
La Coruña y por las encíclicas de Juan XXIII, que «determinaron el
compromiso social y político de muchos jóvenes», entre ellos el suyo. En esa
estela, cuando posteriormente se convirtió en alcalde de su ciudad, tuvo
siempre claro que debía ser «alcalde de todos y para todos».
Ricardo
Benjumea
Fuente:
Alfa y Omega