Él te ama profundamente
Por
lo general, un cónyuge que ha sido herido profundamente termina preguntándose
dónde está Dios en medio de todo esto. “Si Dios es Amor, ¿por qué siento
soledad y falta de amor? ¿Por qué Dios no se preocupa lo suficiente de mí?”…
La
traición puede provocar el endurecimiento de nuestro corazón, no solo hacia la
persona que nos ha traicionado, sino hacia nosotros mismos y hacia Dios.
Pero
la cuestión es que Dios sí se preocupa por ti. Te ama profundamente
aunque no sientas Su amor ahora mismo. El hecho de que te hayas
percatado de lo malo de tu situación es una señal de que Dios te acompaña,
confirmando que mereces más que todo eso, que deberías ser amada y que, de
hecho, lo eres.
Sin
Dios de tu lado, no tendrías la confianza para mantenerte en tus trece (o
cantarle las cuarenta) ante tu cónyuge, ante el mundo y ante Dios mismo.
Sigue
haciéndote preguntas. Exige respuestas. Te acercarán más a Dios. Experimentarás
Su amor a medida que crezcas en la certeza de que los fracasos de tu
cónyuge no son el reflejo de tu valía ni de tu dignidad.
Pide
consuelo a Dios; Él te lo concederá. Podrá ser en
momentos fortuitos, a veces podrán ser obvios. Ve con frecuencia a confesarte,
como mínimo cada dos semanas, si no más a menudo.
Necesitas
la gracia para sanar tu ira justificada. Necesitas la gracia para levantarte
cuando te sientas tan decaído/a que nada parezca importar. La gracia está ahí,
al alcance de tu mano. Tómala, úsala, corre con ella.
Toda
esta situación te ha robado tu paz. Permite a Dios que la restaure. Si puedes,
consigue un buen director espiritual.
Cuando
te encuentres en una situación en la que veas que pierdes tu paz, atiende a dos
cosas:
1.
Perder tu paz interior es una señal de que en lo profundo de tu interior sabes
que las cosas deberían ir mejor.
2.
Tan pronto como empieces a perder tu paz, haz lo que sea necesario para detener
el proceso. Puede que requiera toda tu energía y fuerza o puede que sea
sorprendentemente simple. No serás capaz de saber si te están amando si no
tienes paz en tu interior. Por eso precisamente al diablo le gusta que pierdas
tu paz, porque entonces pierdes apego a la realidad.
Por
desgracia, probablemente el diablo esté trabajando codo con codo con tu pobre
cónyuge para hacerte dudar de todo lo que sabes sobre la realidad, pero en
especial la realidad de que eres amado/a profunda y apasionadamente por
Dios, al margen de los errores de tu pareja. Al margen de tus propios
errores.
Ve
a misa siempre que puedas. Estás pasando por una crucifixión,
así que dispones de mucho que ofrecer en el sacrificio de la misa. Si tienes
hijos pequeños, sigue el consejo de las mamás blogueras y busca a quien te eche
una mano con su cuidado. Que no sean ellos quienes te impidan ir a la misa que
tan desesperadamente necesitas.
Fuente:
Aleteia