Encuentro personal
Hola,
buenos días, hoy Verónica nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Tenemos
una amiga muy cercana a la Comunidad con la que nos compinchamos para dar una
sorpresa a Lety. Ella está pasando por una situación complicada y, desde la
distancia, Lety le ayuda para que pueda llevarlo con paz, con alegría y, sobre
todo, viendo a Cristo a través de lo que está pasando.
Ella
se sentía muy agradecida y su mayor deseo era venir aquí, al monasterio, y
cargar las pilas para afrontar el siguiente paso con fuerzas. Nos pusimos en
marcha e hicimos coincidir todo, pedimos ayuda, todo estaba preparado para el
encuentro y, por fin, llegó. Ella se ha sentido descansada nada más entrar: el
encontrarse con Lety de nuevo para agradecerle todo, el ver al equipo que está
rezando muchísimo por ella...
Al
ver todo el recorrido y el esfuerzo que ha tenido que hacer para llegar hasta
aquí, me llevaba a pensar que así es Cristo. Él hace todo lo posible por
encontrarse contigo, para que se dé el encuentro entre tú y Él.
A
veces Cristo tarda años en dar contigo, en encontrarte con el corazón abierto
para acogerle, pero no se cansa de ponerse en marcha y, a cada instante, volver
a intentarlo. Lo impresionante es que no va a dejar de hacerlo nunca, y lo
seguirá haciendo feliz, pues su vida es para eso, para encontrarse contigo
únicamente.
Cristo
sale otra vez en tu busca, ¿cómo te encontrará? Puede que te encuentre en un
momento alegre, en el que te sientes bien contigo, en el que todo está en paz;
o puede que te encuentre en un momento en el que te sientes débil, sin fuerzas,
sientes que está todo patas arriba... lo importante es que abras tu corazón,
que estés abierto al abrazo que Él te quiere dar y a todas las sorpresas que
vienen detrás. ¡Cuántas veces nos hemos sorprendido viendo a alguien de la
infancia, del anterior trabajo, a algún familiar que vive lejos! Y ese
encuentro te da la vida. ¡Así es el encuentro con Él, te llena el corazón!
Hoy
el reto del amor es que vayas a ver a alguien a quien hace mucho tiempo que no
ves o a alguien a quien le quieres dar las gracias por haberte llevado a Cristo
en algún momento de tu vida. Puede que hables mucho por teléfono, por
Whatsapp... ¡pero nada como ver a la persona en carne y hueso, ver el brillo en
sus ojos, su sonrisa, sus expresiones, poder abrazarla! Hoy lánzate y dale una
sorpresa. ¡Te aseguro que la alegría que encontrarás al ver su cara no te la va
a quitar nadie!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma