¿PARA QUÉ ME SIRVE SER CRISTIANO? (Final)

¿Alguna vez te ha parecido que no ganas nada con serlo? Es importante saber qué nos ofrece la vida cristiana, para no crearse falsas espectativas y para ir tras lo que sí nos garantiza

Conclusión

No te hagas esta pregunta porque no tiene sentido. Y cuando se te cruce por la cabeza, respondele con generosidad, rechazando los planteos mezquinos que supone.

Al mismo tiempo debes saber que ser cristiano sirve “demasiado” (¡es lo único necesario!).

De hecho Dios y la vida eterna existen

El cristianismo no es una apuesta al futuro, como la de quien jugara a la lotería a ver si el número le sale. No es un jugarse a ver qué pasa…

Hay algunos “pequeños” detalles a tener en cuenta: Dios existe, nos vamos a morir, nos encontraremos con El, que en su presencia sacaremos cuentas de cómo hemos usado la vida que nos ha dado…

Vivir como si Dios no existiera es fatal… sencillamente porque es una suposición demasiado falsa: no hay ninguna posibilidad de que no exista.

Vivir como si no fuéramos a morirnos nunca… es muy ridículo… sencillamente porque lo único que está claro en nuestra vida es que vamos a morirnos.

¿Entonces, para qué sirve ser cristiano?

Hemos sido creados para amar. El cristianismo realiza el fin de la creación del hombre: nos conduce a la plenitud para la que existimos y en la que alcanzaremos la felicidad perfecta. Ahora bien, eso no ocurrirá en esta vida: la felicidad perfecta consiste en la posesión de Dios, cosa que sucederá en la vida eterna.

Pero esto no significa que cara la vida presente no sirva para nada, y que estemos “condenados” a aguantarnos una vida cruel consolándonos en lo bien que lo pasaremos después de la muerte.


La vida eterna comienza a realizarse en germen desde ahora. Esa vida eterna ya se vive aquí. La gracia es una participación de la vida divina. No se siente, no se mide en términos económicos, de salud, etc. Tampoco en éxitos profesionales. Pero es más real que lo que tocamos. Y se mide en términos de amor y de talentos.

El cristianismo da sentido a la vida, le da valor y la “llena” de contenido. Hace que las cuestiones intramundanas no sean intrascendentes, sino que se abran a la eternidad.
Permite vivir esta vida abiertos a la plenitud, trascendiéndola.

Sin el cristianismo esta vida es muy pobre. Demasiado. Está encerrada en la inmanencia, en las coordenadas espacio-temporales. La vida sin perspectiva de eternidad es una película que acaba mal. ¿Cómo se presenta el futuro personal? Desde una perspectiva de culto al cuerpo, bastante mal: con el paso de los años, cada vez con menos fuerzas, más enfermos, más limitados… hasta la muerte. Las perspectivas “materiales” no son las mejores.

Pero las perspectivas sobrenaturales son inmejorables, y cada vez son mejores: más cerca de obtener la vida por la que anhelamos, cada vez más maduros, más sabios, más enamorados, más llenos de obras de servicio y amor.

La virtud de la esperanza sobrenatural es más necesaria de lo que muchos imaginan. Nos abre horizontes de plenitud y amor. Llena esta vida de contenido ya ahora, y nos conduce a la que vale la pena, aquella para la que estamos hechos, donde se harán realidad las aspiraciones más profundas del corazón humano.

Pero esperanza sobrenatural, completa. Es mucho más que una vaga aspiración o deseo: es la certeza de que Dios nos dará lo que nos promete: una vida eternamente feliz, con El, en la gloria.

Pero ser cristiano sólo cara a esta vida resultaría una estafa cruel. La peor de las estafas: quitarle lo más valioso, su sentido más profundo, la razón por la que Dios se hizo hombre, murió, resucitó y ascendió al cielo por nosotros.

En definitiva ser cristiano sirve para:

- Descubrir el sentido de nuestra vida (¡para qué vivimos!).

- Vivir como Dios quiere y así realizar el sentido de nuestra existencia.

- Hacer posible una vida plena en el terreno humano.

- Disfrutar de la amistad con Dios y vivir en intimidad con Él.

- Recorrer el camino la vida eterna y ser santos.

- Llenar de valor sobrenatural a esta vida terrenal.

- Alimentar nuestra vida con la Palabra de Dios.

- Fortalecer nuestra vida con la gracia de los sacramentos.

- Conseguir el perdón de nuestros pecados.

- Divinizar nuestra vida comiendo el cuerpo de Dios hecho hombre.

- Que el Espíritu Santo habite en nosotros como en un templo y santifique nuestra vida.

- Vivir de amor a Dios.

- Unirnos a Dios y vivir en comunión con Él.

- Además, que su exigencia “saque” lo mejor de nosotros.

- Abrirnos horizontes de vida eterna.

- Dar sentido al dolor y a la muerte.

- Tener la ayuda de la gracia divina.

- Que nos sostenga con la ayuda de los demás.

Y sobretodo sirve para hacernos infinitamente felices en la vida eterna.


Por: Eduardo María Volpacchio

Fuente: Catholic.net