En todo está él
Terminé tarde de desayunar así que ya se habían
dispersado casi todas las monjas. Entonces fui a dejar mi taza a la cocina,
pero... se me enganchó la manga del hábito y ¡zas! La taza al suelo.
Faltaron segundos para tener a todas las monjas
ayudando a barrer, a señalarme los trocitos de taza e, incluso, con comentarios
como: "Ya has tardado en romper algo, es signo de autenticidad de la
vocación", "¿Qué pasa, que ya no te salían retos?"... Me paré a
pensar esta última frase y cambié totalmente. De lo que podía haberme
preocupado o podía parecer un desastre con el suelo lleno de cristales, le dije
al Señor: "¡De aquí me tienes que iluminar el reto!"
Y es que nos pasan cosas todos los días, algunas nos
causan tristeza, preocupación... Esos acontecimientos, sin el Señor, pueden
acabar por arrasar contigo e incluso con los de alrededor, te meten en una
espiral de egoísmo de la que sólo el Señor te puede sacar.
Pero el Señor está detrás de cada cosa. Él nos
sostiene en cada acontecimiento. E incluso de esos acontecimientos que nos
hacen sufrir, Él puede sacar algo mucho mejor. Si acudimos a la cruz... de la
mayor muerte, Dios ha sacado la salvación del hombre. Y con esa salvación nos
ha traído esperanza.
Si estás viviendo algo de lo que no puede salir nada
bueno, ¡ten esperanza! El Señor es capaz de sanar, de hacerte cambiar, de darte
alegría, ¡de sacar un reto de cada cosa! Yo me había centrado en el problema de
la taza y no veía más allá, no me creía que el Señor pudiese cambiar eso.
Cristo nos cambia la mirada. ¿Tú crees que lo puede hacer con tu vida, con tu
historia?
Hoy el reto es que, antes de irte a la cama, hagas un
repaso del día y des gracias al Señor por tres cosas concretas en las que le
hayas sentido: en un momento en el que has sentido mucha paz frente a un
problema, en haber encontrado aparcamiento de coche, en no haber perdido el
bus... ¡Búscale y le encontrarás!
VIVE DE CRISTO