La Iglesia es la institución que más ha hecho por mejorar la condición
de las mujeres en la historia
Hace más
de un año conversábamos acerca de la campaña de difamación que el gobierno
estadounidense lanzó contra la Iglesia y los sectores que se oponen a su agenda
progresista, bajo el lema de una supuesta guerra contra las mujeres.
Rápidamente el tema se desvió a las citas de autores cristianos que
supuestamente mostrarían la misoginia de la Iglesia.
Con todo
lo interesante que resultaron cada uno de esos temas, quedó pendiente mi
intención original, de explicitar las razones por las cuales la Iglesia es la
institución que más ha hecho por mejorar la condición de las mujeres en la
historia.
Para
corregir esa omisión, aquí les dejo cinco razones por las cuales la Iglesia es
pro mujer:
5. El
cristianismo enseñó y propagó la igualdad entre hombres y mujeres
Se sabe
que, sin importar la cultura y la época, la mujer ha estado en una posición
social y jurídica inferior a la del hombre, y los pueblos más avanzados antes
de la llegada del cristianismo consideraban esa condición como natural, pues la
mayor envergadura física y mejor salud del varón, lo hacían más valioso como
recurso en una sociedad agraria y guerrera.
Cuando el
cristianismo surgió, lo hizo propagando las escrituras del judaísmo, que ya en
el relato de la creación señalaban:
"Y
Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y
mujer." (Gn 1, 27)
Esta
doctrina fundamental, conlleva necesariamente que la dignidad de la mujer
proviene directamente de Dios, al igual que el hombre, y que esa imagen y
semejanza se encuentra por igual en ambos, varón y mujer. A su vez, esta
dignidad compartida encontró su eco en la forma en que nuestro Señor Jesús
trataba a las mujeres, y fue uno de los pilares de la Nueva Alianza, reflejada
en las palabras de San Pablo:
28
"Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón
ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús."
El estatus
privilegiado que la Iglesia reconoció a las mujeres, frente a la posición
severamente desmedrada que tenían en las sociedades paganas de los primeros
siglos, influyó a su vez en la veloz expansión del cristianismo en este
segmento de la sociedad. El sociólogo Rodney Stark nos cuenta que, con la
severa prohibición del aborto (que mataba más niñas, tal como hoy) que
impusieron los cristianos a sus comunidades, por una parte las mujeres tenían
más posibilidades de nacer; y por otra, podían vivir más tiempo, pues no se
veían obligadas por sus padres y parejas a incurrir en los riesgos para su vida
que implicaban los abortos (tal como hoy).
Esta
igualdad fundamental entre hombre y mujer fue un factor esencial para el éxito
del cristianismo ante el enorme desafío que fue la cristianización del
mediterráneo en la antigüedad.
4. La
mujer es enemiga natural de la serpiente
Los que
acusan a la Iglesia de estar en guerra contra a las mujeres, suelen apuntar a
la participación de Eva en el relato de la caída, y dicen que se la pone como
tentadora y cómplice de la serpiente, y ahí creen encontrar una supuesta
primera piedra del edifico de la discriminación.
Si esa
fuera una interpretación común del rol de la mujer, uno esperaría encontrarla
referida de alguna forma en la Escrituras. Sin embargo, Eva rara vez vuelve a
ser mencionada, e incluso cuando aparece, se le reprocha el haber sido engañada
por la serpiente, nunca el seducir o tentar a Adán. Incluso cuando Adán
responde a Dios, sus palabras no apuntan a una especial agencia de la mujer
para causar el mal, simplemente dice “La mujer que pusiste a mi lado me dio el
fruto y yo comí de él”.
Desde
luego, no digo que no haya machistas en la Iglesia, sólo digo que quien tiene
ese defecto, lo sufre a pesar de su cristianismo, no a causa de él.
Por otro
lado, si seguimos leyendo el capítulo tercero del libro del Génesis, vemos que
la historia no termina ahí, sino que continúa con una particular “maldición”
hacia la serpiente:
"Pondré
enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la
cabeza y tú le acecharás el talón". (Gn 3, 15)
La
tradición católica llama a esto el “protoevangelio”, porque es el primer
anuncio del linaje de la mujer y su hijo, que vendrán a destruir el pecado.
Pero ello
no quita que también en este versículo es Dios mismo quien se ocupa de “poner
enemistad” entre la mujer y la serpiente, acabando con cualquier vínculo que
entre ellas pudiera haberse suscitado con ocasión del pecado original, de una
forma con la que Adán no fue favorecido.
Es cierto
que esa enemistad radical entre la mujer y la serpiente se expresa en todo su
esplendor en la Inmaculada Concepción de María, pero no es menos verdad que
también lo encontramos en todas las mujeres que han conservado la pureza y la
devoción, en épocas cuando esas virtudes son tan difíciles de observar en los
varones.
3. La
Iglesia se identifica con la mujer
No
solamente la Iglesia ha protegido y promovido la posición de la mujer en la
sociedad, ella misma se ve a si misma con atributos femeninos, como la novia de
Cristo. Esta imagen nupcial proviene del Antiguo Testamento, donde Dios
describe la idolatría de los israelitas como un adulterio, y el profeta Oseas
habla así:
"Aquel
día –oráculo del Señor– tú me llamarás: «Mi esposo» y ya no me llamarás: «Mi
Baal». 19 Le apartaré de la boca los nombres de los Baales, y nunca más serán
mencionados por su nombre." (Os 2, 18)
21
"Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho,
en el amor y la misericordia; 22 te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás
al Señor."
La
identidad entre el pueblo cristiano y Mujer alcanza una nueva intensidad en la
Nueva Alianza, y se expresa en la Carta a los Efesios, donde San Pablo ordena
“Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella”
(Ef 5, 25); y alcanza su culminación en el cántico del Apocalipsis, cuando se
describen las bodas del Cordero:
6 "Y
oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una catarata
y al estallido de violentos truenos. Y decían: «¡Aleluya! Porque el Señor,
nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino."
7
"Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las
bodas del Cordero: su esposa ya se ha preparado, 8 y la han vestido con lino
fino de blancura resplandeciente». El lino simboliza las buenas acciones de los
santos."
Desde
luego, esa forma femenina de comprenderse a sí misma no terminó con la
redacción del apocalipsis, sino que continuó a lo largo de los siglos,
arribando hasta la encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII, que comienza
“Madre y Maestra de pueblos, la Iglesia católica fue fundada como tal por Jesucristo”.
2. La
Iglesia reformó el matrimonio en favor de la mujer
El
matrimonio es una institución que ha existido por toda la historia de la
humanidad, y en todo ese tiempo la mujer ha tenido muy poco que decir al
respecto; tanto en lo que se refiere a la persona con quien contrae matrimonio,
pues era un asunto arreglado entre su padre y el novio, como a la forma en que
terminaba, ya que esa era una prerrogativa exclusiva y arbitraria del hombre.
En marcado
contraste con la cultura de su época, la Iglesia, en primer lugar, igualó las
exigencias la castidad para hombres y mujeres. “Al igual que los paganos, la
cristiandad temprana apreció la castidad femenina, pero a diferencia de ellos,
rechazó el doble estándar que concedía a los varones licencia sexual” (Rodney
Stark).
En segundo
término, el cristianismo declaró inválidos los matrimonios contra la voluntad
de los contrayentes, lo que no representó una gran diferencia para los hombres,
pero sí para las mujeres, que así evitaron los matrimonios arreglados desde una
temprana edad, y siempre con sujetos mayores.
Finalmente, la Iglesia también acabó con la prerrogativa de los
hombres de repudiar a su mujer sin expresión de causa, según lo encontramos en
el evangelio, lo que derivó en una mayor seguridad para las mujeres en sus años
de adultez y vejez.
1. La
virgen maría es el modelo de la Iglesia
Sé que
este punto no será una novedad para nadie, pero sin dudas es la más evidente y
primera razón donde se nota el lugar especial que ocupa el sexo débil a los
ojos de Dios, y el honor que en consecuencia le ha otorgado la Iglesia a la
mujer. Tampoco me corresponde intentar describir con mis palabras a tan excelsa
y perfecta criatura, cuando esas loas ya se han escrito:
"Bendita
sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan
graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en
este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Amén."
No es
coincidencia que la persona humana más perfecta sea una mujer, y que esa mujer
sea a la vez símbolo de la Iglesia y modelo del discípulo cristiano.
“¡Ah!”
dicen los críticos “pero María es un modelo de mujer pasiva, sumisa, acorde con
el rol tradicional machista, que la Iglesia quiere que las mujeres imiten”.
Esa sería
una crítica válida, si la contraparte masculina de María, el modelo que la Iglesia
propone a los hombres, fuera machista, un dios como Marte, o Thor, que exaltara
las virtudes de la fuerza y el dominio. En cambio, el primero modelo del hombre
cristiano es, desde luego, Cristo, que en sumisión y obediencia al Padre acepta
ser sometido a todo tipo de vejámenes y a una muerte infamante en la cruz.
Incluso, si eso resulta demasiado elevado para la vida diaria, el siguiente
modelo de varón cristiano, fue San José, protector de Nuestra Señora, que se
donó en cuidar al Divino Niño y a su Madre, en silenciosa obediencia, sin que
una de sus palabras quedara consignada en el evangelio.
Conclusión
Estas son
solo algunas de las razones por las que es absolutamente ridículo sostener que
la Iglesia desprecia a las mujeres, mucho menos que pudiera tener una guerra
contra ellas.
Solamente
cuando “ser mujer” se define en torno a la promiscuidad y negar la maternidad,
es que la Iglesia puede ser presentada como anti mujer. Pero esa es otra
conversación.
Por: Pato Acevedo
La esfera y la
cruz