El
Santo Padre fue al cierre del congreso mundial de cardiología que se realiza en
Roma, con más de 35 mil especialistas
Después de la audiencia general que el papa
Francisco tuvo este miércoles en la plaza de San Pedro, se dirigió al Congreso
mundial de cardiología, que se ha realizado en la Feria de Roma, a pocos
kilómetros entre la capital, y a mitad camino hacia aeropuerto Leonardo Da
Vinci, en Fiumicino. El congreso que inició el 27 de agosto y concluye hoy
y reúne a 35 mil especialistas de 140 países.
El Papa les señaló la importancia
de que “el hombre de ciencia, mientras se mide con el gran misterio de la
existencia humana, no se deje vencer por la tentación de sofocar la verdad”.
“Sabemos que también que el científico en
sus descubrimientos nunca es neutral”, advirtió. Porque “él lleva consigo su
historia, su modo de ser y pensar”, dijo. E invitó a cada uno a tener “una
especie de purificación, que mientras aleja las toxinas que envenenan la razón
en su búsqueda de la verdad y de certezas, lleva a mirar con mayor intensidad
la esencia de las cosas”.
Porque no es posible negar que el
conocimiento, aun el más preciso y científico, “tiene necesidad de progresar
interrogándose y encontrando respuestas sobre el origen, el sentido y la
finalidad de la realidad, con el hombre incluido”. Todavía las ciencias
por sí, naturales y físicas, “no son suficientes para entender el misterio que
cada persona contiene en sí”.
“Si se mira al hombre en su totalidad –
dice el Santo Padre que se disculpa de insistir en este tema- se puede tener
una mirada de particular intensidad hacia los más pobres, necesitados y
marginados”, de manera que también a ellos “le llegue vuestra atención, como la
asistencia y la atención de las estructuras sanitarias públicas y privadas”.
Reconoce además que los cardiólogos que con
su preciosa actividad contribuyen a curar el cuerpo enfermo, al mismo tiempo
que tienen la posibilidad de verificar que hay leyes impresas en la misma
naturaleza que nadie puede alterar, sino solamente “descubrir, usar y ordenar”,
porque la vida corresponde a las más altas intenciones del creador.
Al despedirse el Papa señaló el aprecio por
el trabajo que los cardiólogos realizan y pidió al Señor que bendiga la
investigación y curaciones médicas, de manera que “a todos pueda llegar el
alivio ante el dolor, una mayor calidad de vida y un mayor sentido de
esperanza”.
Fuente:
Zenit