Grant
Dodds, Bautizado en la Iglesia Anglicana, descubre su gran tesoro
Tener ambas abuelas con vida
hasta los veintidós años y haber disfrutado el amor de sus padres marcaron la
infancia del australiano Grant Dodds, quien a los tres meses de haber nacido
fue bautizado en la Iglesia Anglicana. Esta decisión estuvo influenciada por la
abuela paterna, quien se encargaba de llevarlo cada domingo a la Iglesia.
Su abuela materna en cambio
-cuenta Grant en testimonio publicado por el portal de la Iglesia
Católica en Australia- era más liberal. Pero aunque no tenía vínculos con
religión alguna, siempre le recordaba que debía orar cada noche antes de
dormir.
Aquél sentido trascendente
que las abuelas imprimieron en su alma, Grant comenzó a plasmarlo luego en la
letra de canciones que componía desde sus primeros años de juventud. Soñaba con
ser parte de alguna banda.
El momento “freak” sería
crucial
Recuerda que un día estando
en su trabajo, ordenando los estantes en “Woolies” (forma coloquial de llamar a
los supermercados Woolworths en Australia) se puso a cantar… “Y de pronto
escuché una voz con acento filipino diciéndome: «¡Hombre, tienes buena voz!
Necesitamos un cantante en mi banda»” Así comenzaba a ser una realidad lo que
anhelaba. Pero tras algún tiempo yendo de bar en bar tocando y cantando sus
canciones, Grant maduró y comprendió que no estaba en esto el sentido de su
vida. “Yo estaba muy desanimado por la experiencia y cuando la banda se
disolvió no volví a tocar ni escribir una canción durante más de dos años”.
Cercano a los veinticinco
años, sin tener mucha claridad del qué hacer con su vida, una chica con quien
estaba saliendo,” aunque no parecía muy religiosa”, lo sorprendió al invitarle
a un retiro de fin de semana con un desconocido grupo religioso llamado “Antioch
Church”. Cantos, ritos y todo lo que allí vivió fue para Grant
“freak”…raro, desagradable e inquietante. Por consecuencia la relación con
aquella chica no duró mucho.
Con Sarah conoció
la paz
Llevaba ya demasiado tiempo
sin rumbo y finalmente decidió poner orden en su vida. Ingresó en la
Universidad para ser maestro de escuela. A los pocos días conoció a
Sarah. La sonrisa de la joven se le clavó en el alma. “Había tenido novias,
pero con Sarah sentí una certeza tal, que me daba paz interior. Podía dejar de
buscar, sabía que había encontrado a la única”.
Unos días después de
conocerse Grant supo que Sarah era católica “y había hecho algo que se llama el
programa de RCIA, pero no me presionó para que yo lo realizara”. Verla vivir su
fe fue poco a poco provocando que Grant se hiciera preguntas. Sí, él desde
hacía mucho estaba haciendo su vida sin Dios.
Sarah, como Grant, gustaba de
la música, cantaba en las misas y aunque había logrado que le acompañase, él
agradecía que no lo presionara a más… Sin embargo no pudo desconocer por mucho
tiempo que había un bien superior latiendo en lo que ella vivía. “Pronto empecé
a cantar en la iglesia, luego a tocar también el bajo y así me vi usando los
dones musicales que Dios me había dado, para glorificar a Dios. Era estar con
Sarah lo que me había llevado a esto. Había sido testigo de algo en ella que me
llevó a estar más cerca de Dios. Luego me uní a una banda de rock católica, de
cuyos diez músicos yo era el único no-católico”.
Dios y el milagro de concebir
La conversión a la fe
católica vino como consecuencia lógica de este proceso. El año 2001 Grant fue
catequizado mediante el programa RCIA y en la Pascua del año 2002 recibió la
Primera Comunión. Sarah estaba junto a él.
Ya ha transcurrido más de una
década desde que se casaron, con una crisis incluso el año 2009; que superaron
con oración, diálogo sincero y recordándose mutuamente sus votos matrimoniales…
“Yo sé que Dios nos escogió a
Sarah y a mí, ser uno para el otro y decidimos desde el principio honrar los votos
que dicen: «En la salud y en la enfermedad, en los buenos y en los malos
tiempos»… Por lo tanto, Sarah y yo tenemos que orar juntos, escuchando lo que
Dios nos está diciendo. Yo sé que sin ese compromiso con la oración, nunca
podríamos haber soportado el anhelo doloroso por tener un hijo. Desde hace
algunos años hemos tenido mucha gente intercediendo en oración, para que
nosotros pudiéramos concebir. Finalmente, después de tener nuestra fe firme y
verdaderamente probada, hemos sido testigos de un milagro en nuestras vidas al
nacer nuestro hijo… Dios es la tercera persona en nuestro matrimonio (aunque
ahora somos cuatro); y juntos todos, somos uno en mente, cuerpo y espíritu.
Para Dios nada es imposible”.
Artículo originalmente publicado por Portaluz