En el Congreso eclesial de la diócesis de Roma el Santo Padre da claves de lectura de su exhortación apostólica Amoris laetitia
Y para hacerlo
ha utilizado tres imágenes bíblicas de las que ha sacado tres conclusiones: la
vida de cada persona, la vida de cada familia debe ser tratada con mucho
respeto y cuidado, especialmente cuando reflexionamos sobre estas cosas; tener
cuidado para no hacer una pastoral de guetos y para guetos; dar
espacio a los ancianos para que vuelvan a soñar.
“Quítate las
sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”. Esta ha sido
la primera imagen usada por el Papa en su discurso. Al
respecto ha señalado que el terreno que había que atravesar, los temas a
afrontar en el Sínodo, “necesitaban una actitud determinada”. Teníamos delante
–ha asegurado– los rostros concretos de muchas familias. “Este dar rostro a los
temas exigía y exige un clima de respeto capaz de ayudarnos y escuchar aquello
que Dios nos está diciendo dentro de nuestras situaciones”, ha precisado el
Papa.
Un respeto
“cargado de preocupaciones y preguntas honestas que miraban al cuidado de las
vidas que estamos llamados a pastorear”. El dar rostro a los temas, ha
asegurado el Santo Padre, ayuda a “no darse prisa para obtener conclusiones
bien formuladas pero muchas veces carentes de vida” y ayuda a “no hablar en
abstracto”. Porque muchas veces nos volvemos ‘Pelagianos’, dijo.
Asimismo ha
precisado que las familias “no son un problema, sino una oportunidad que Dios
nos pone adelante”. Oportunidad que “nos desafía a suscitar una creatividad
misionera capaz de abrazar todas las situaciones concretas”, y no solo en
nuestras parroquias sino saliendo a buscarlas. Otro desafío al que ha hecho
referencia es el de “no dar nada ni nadie por perdido, sino buscar, renovar la
esperanza de saber que Dios continúa actuando dentro de nuestras familias”, “no
abandonar a nadie porque no está a la altura de lo que se le pide”. Reflexionar
sobre la vida de nuestras familias –ha insistido Francisco– así como son y así
como están, nos pide quitarnos las sandalias para descubrir la presencia de
Dios.
La segunda
imagen es la del fariseo cuando reza diciendo “Dios mío, te doy
gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y
adúlteros; ni tampoco como ese publicano”. Al respecto, el Pontífice ha
advertido de que una de las tentaciones a las que estamos expuestos
continuamente es a tener una “lógica separatista”, especialmente los que viven
en una situación diversa, porque la identidad no me la da el aislarme de los
otros, sino el Señor. El Papa ha asegurado que no podemos analizar, reflexionar
y todavía menos rezar sobre la realidad “como si estuviéramos en lados o
senderos distintos, como si estuviéramos fuera de la historia”. Todos –ha
subrayado– necesitamos convertirnos.
Asimismo ha
indicado que el acento puesto en la misericordia “nos pone frente a la realidad
de forma realista, pero no con un realismo cualquiera, sino con el realismo de
Dios”. Los análisis son importantes y necesarios pero “nada se puede comparar
con el realismo evangélico, que no se detiene a la descripción de las
situaciones, de las problemáticas -menos aún del pecado- sino que va siempre
más allá y logra ver detrás de cada rostro, cada historia, cada situación, una
oportunidad, una posibilidad”. El Papa ha asegurado que esto no significa no
ser claros en la doctrina, sino “evitar caer en juicios y actitudes que no
asumen la complejidad de la vida”.
El realismo
evangélico –ha aseverado– se ensucia las manos porque sabe que “grano y cizaña”
crecen juntos, y el mejor grano, en esta vida, estará siempre mezclado con un
poco de cizaña.
Recordó un
capitel medieval en una iglesia en Francia al inicio del camino hacia Santiago,
en el que está Judas que se ahorca y del otro lado Jesús que lo carga. Y
volviendo a la imagen bíblica de fariseo señaló el peligro del Te
agradezco que soy de la Acción Católica, de la Cáritas, etc. y no como los de
estos barrios que son delincuentes…. “esto no ayuda a la pastoral”, dijo el
papa.
Finalmente, la tercera
imagen evocada por el Papa es “sus ancianos tendrán sueños proféticos”
del libro de Joel. Con esta imagen el Santo Padre ha querido subrayar la
importancia que los Padres sinodales han dado al valor del testimonio como
lugar en el que se puede encontrar el sueño de Dios y la vida de los hombres.
Los sueños de
los ancianos van junto con “las visiones de los jóvenes”. Por eso, el Pontífice
ha asegurado que es bonito encontrar matrimonios, parejas, que siendo mayores
continúan buscándose, mirándose, queriéndose y eligiéndose. “Es muy bonito
encontrar ‘abuelos’ que muestran en sus rostros arrugados por el tiempo la
alegría que nace del haber hecho una elección de amor y por amor”, ha
subrayado. Y la contradicción del que se casa y piensa: ‘tanto en dos o tres
años vuelvo a la casa de mamá’.
En esta línea
ha advertido de que como sociedad “hemos privado de su voz a los ancianos, y
esto es un pecado social de ahora. Les hemos privado de su espacio”. Y descartándoles,
“hemos descartado la posibilidad de tomar contacto con el secreto que les ha
permitido ir adelante”. Esta falta de modelos –ha observado Francisco– no
permite a las jóvenes generaciones tener visiones.
“Tenemos
necesidad de los sueños de los abuelos” dijo. Y añadió que no por caso cuando
Jesús es llevado al templo fue recibido por dos abuelos que contaron su sueño.
“Esta es la hora de los abuelos… que sueñen y los jóvenes aprenda a profetizar
estos sueños”
Para concluir,
el Santo Padre ha invitado a desarrollar una pastoral familiar capaz de
recibir, acompañar, discernir e integrar. Una pastoral –ha precisado– que
permita y haga posible el andamio apto para que la vida confiada a nosotros
encuentre el apoyo de quien tiene necesidad para desarrollarse según el sueño
de Dios.
Fuente: Zenit