“Jesucristo, que conoce bien nuestro corazón y sabe de nuestra debilidad, nos regaló desde la Cruz a su Madre como Madre nuestra"
El domingo de Pentecostés se celebra en la ermita de Almonte, Huelva (España)
una romería a la Virgen del Rocío. Una semana antes cientos de carretas salen
desde todos los puntos de Andalucía para llegar a esa cita en la que se saca a
la Virgen en procesión.
Se trata de una tradición que se remonta al siglo XIV y que al ser de las más
importantes de España congrega cada año a casi un millón de personas durante los
días principales de mayo y durante el año a cientos de miles.
Buscar la protección de la Madre del Cielo es “una
experiencia que compartimos, de algún modo, todos los presentes”.
Mons. Vilaplana ha recordado en la homilía a los cristianos perseguidos:
“Aquí, bajo el manto de nuestra Madre, Auxilio de los Cristianos, pedimos la
fortaleza de la fe para los que han de dejar sus casas, sus tierras y hasta su
vida, y que cambie el corazón de sus
perseguidores”.
En ese sentido el Obispo de Huelva ha afirmado: “Hemos llegado hasta este
Santuario buscando el rostro y la protección de la Virgen, nuestra Madre del
Rocío, para descansar en Ella, como hijos, nuestros anhelos, gemidos y
esperanzas”.
Como la romería tiene lugar en la solemnidad de Pentecostés, Mons. Vilaplana
recordó: “Jesucristo, que conoce bien nuestro corazón y sabe de nuestra
debilidad, nos regaló desde la Cruz a su Madre como
Madre nuestra. Ella, acogiéndonos como hijos, acompañó los primeros pasos de la
Iglesia naciente con
su presencia y oración en el Cenáculo, esperando que se cumpliera la promesa del
Señor, el envío del Espíritu Santo que daría fortaleza y empuje a la fragilidad
de los apóstoles”.
“Aquí estamos nosotros con Ella, la Madre que ora e intercede por los que
hemos venido a celebrar este nuevo Pentecostés. Necesitamos recibir de nuevo el
fuego y el soplo del Espíritu Santo, para realizar la misión que hoy requiere
nuestro mundo”.
El Obispo de Huelva ha insistido en que “sólo con la fuerza del Espíritu
Santo, que Jesucristo envía desde el Padre, podremos avanzar en la necesaria
transformación que requiere nuestra sociedad compleja”.
“Con María esperamos y recibimos el Espíritu Santo, tomando conciencia de la
responsabilidad que tenemos como cristianos en la sociedad, en este momento que
nos ha tocado vivir: ser testigos de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo”, ha
precisado.
Por eso ha insistido en que los cristianos debemos participar en la
renovación de la Iglesia y en la regeneración moral de nuestra sociedad,
y que toda reforma moral ha de ir precedida de la experiencia del amor de Dios,
recibido como don.
“Alentados por la intercesión y el ejemplo de nuestra Madre, la Virgen del
Rocío, bajo cuya protección estamos aquí reunidos, debemos preguntarnos: ¿qué
podemos hacer para que la Iglesia se rejuvenezca y nuestra sociedad se
renueve?”, ha preguntado el Prelado.
También insistió durante la Eucaristía en que “el cristiano se reconoce
hermano de todos los hombres y, por lo tanto, no puede resignarse ante las
desigualdades”.
“Después de participar en esta gran Asamblea, gozosa y colorista, en la que
nos sentimos uno, personas venidas de tantos lugares, hemos de regresar a
nuestras ciudades, pueblos y parroquias dispuestos a que el Espíritu Santo
produzca en nosotros sus frutos: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad,
bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí . Dios quiera que estos frutos
caractericen las relaciones en nuestra sociedad, en la que hoy se están
celebrando elecciones, para que todo contribuya al bien común”.
“La experiencia de compartir la alegría en esta Romería; el amor expresado a
nuestra Madre; el impulso recibido en esta celebración de Pentecostés, no lo
podemos guardar para nosotros solos; la hemos de difundir”, aseguró el
Obispo.
Fuente: ACI