Regala a su nieto, de
diez años, sin bautizar, una pequeña cruz: 30 años después, David recibe en la
Vigilia Pascual, las aguas del Bautismo
La historia de David es la de tantos niños de ayer y de hoy, cuyos padres
consideran la fe como un asunto personal y privado: "Ya decidirá el niño cuando
sea mayor si se quiere bautizar o no", dijeron. Y hoy, con 36 años, ya
ha decidido: "Quiero estar cerca de Dios". Para ello, la Iglesia le ha
ofrecido las aguas del Bautismo, de manos de don Carlos Osoro, arzobispo de
Madrid, en la Vigilia Pascual.
En realidad, su búsqueda empezó hace mucho
tiempo, cuando tenía sólo diez años, y su abuela le regaló una pequeña cruz:
"A mis abuelos les dolió mucho que mis padres no me bautizaran, quizá
por eso mi abuela me regaló esta cruz que pasó algunos años olvidada en un
cajón".
"Con dieciséis años, la
descubrí de nuevo, y desde entonces la he llevado colgada al cuello. Yo,
en realidad, siempre he llevado la fe por dentro, aunque no fuera a misa. Siempre
he rezado, a mi manera, sobre todo cuando tenía problemas. Siempre me he reconocido
como cristiano, aun sin estar bautizado. Era algo que yo
sentía y que he llevado dentro siempre". explica.
Era, aunque él no fuera
plenamente consciente, un Bautismo de deseo, preparación del
sacramento que
acaba de recibir.
Dios me protege
David reconoce sin dudar que
"siempre me he sentido
acompañado por Dios en
estos años", pero destaca dos momentos en especial. Uno, un accidente
de coche, precisamente en la localidad burgalesa de Milagros:
"aunque perdí el control del vehículo, durante aquellos segundos me sentí
totalmente tranquilo, con mucha paz; cuando todo acabó le di un beso a la cruz:
vi que Dios estaba conmigo y me protegía".
El otro también está
relacionado con un accidente de coche, en Argentina –de donde procede su novia Mariana, -su pareja desde hace 10
años–, y que acabó con la vida de su cuñada.
"Mariana, al perder a su
hermana, tuvo una crisis de fe, se preguntaba: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué ha
permitido esto? Y, aunque era católica, estuvo varios años sin ir a misa.
Poco a poco, ya en España, se
acercó de nuevo al Señor en la parroquia Virgen de los Llanos, en Madrid,
acompañada del padre Jesús, y yo poco a poco empecé a sumarme a ese proceso, a acompañarla
a misa, aunque ninguno de los dos podíamos comulgar…".
Así, David
comenzó un catecumenado en la parroquia, guiado por Pepe seminarista de primer curso: "Es un grupo muy
bonito; los domingos, después de misa, nos reunimos y hablamos de temas de fe,
leemos la Palabra de Dios… Lo más emotivo ha sido los ritos previos
y los escrutinios realizados delante de toda la parroquia. Dios está siempre
conmigo", repite sin cesar.
Durante este tiempo, " he
conocido un Cristo muy cercano, que me entiende, que me perdona, que me da paz
y me guía, que me aleja del pecado y me ayuda en la tentación.
Es todo amor y paz. Yo no lo conocía bien, pero ahora veo que lo que importa de
verdad no es el trabajo, ni el dinero, ni los problemas. Dios está ahí",
repite una vez más.
Asimismo, su
testimonio rompe con lo que alrededor de él se decía: "Desde fuera, se ve a la Iglesia
como algo lejano, incluso con los realmente necesitados, una Iglesia con el
lujo de las catedrales, el ¿por qué ese dinero no se usa en otras cosas?…, pero
poco a poco él también ha conocido todo lo que hace la Iglesia, lo que hacen
los misioneros, los sacerdotes, las parroquias, los catequistas, Cáritas…
"¡Pero que
mezquinos somos al poner etiquetas! ¡Qué paciencia tiene Dios con nosotros! Tenemos que agradecer mucho a
la Iglesia: el poder recibir, y también la oportunidad de poder dar. Tienes que
estar dentro para entenderlo".
Ahora, los fieles de la
parroquia que les conocen "nos ven muy felices porque dentro de poco nos
vamos a bautizar, y nos felicitan".
Matrimonio, castidad y
penitencia
Desde que comenzaron su
acercamiento más profundo a la parroquia, David y Mariana se dieron cuenta de
que su situación como pareja les hacía sentirse lejos de la Iglesia y de su
comunión; por eso, se van a casar en breve y, "cuando nos casemos, va a ser muy bonito".
Hasta el día de la boda van a
estar muy en comunión con la Iglesia y su párroco, Óscar García, que los guía, viviendo estos meses "como
un tiempo de penitencia, para que ambos podamos pedirle perdón por estos años
en los que hemos vivido alejados de Él. No queremos un todo
junto: Bautismo-Confirmación-Eucaristía-Matrimonio…,
para salir al paso y ya está. Queremos estar más cerca de Dios. Es una
oportunidad para unirse más en su Amor".
"Los cristianos, cuando
se casan, tienen que vivir una vinculación con Dios muy precisa. Nosotros queremos sentir la comunión con Dios de una manera
especial, que Dios esté feliz y orgulloso de nosotros", afirma.
"No nos casamos porque
toca -asegura-,
sino que ambos queremos vivir la alegría de estar reconciliados con Cristo, de
vivir nuestro matrimonio como Cristo quiere. Todo eso es más grande y da más
alegría que el tema de la carne".
Fuente: Alfa y Omega