En este tiempo, nadie ignora lo que ocurre en el mundo, pero cuando se trata de la Navidad tal parece que hay que recordar cuál es su verdadero sentido
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| Romolo Tavani |
Llega la Navidad y
todo es un caos: las tiendas colmadas de gente que parece que se está
abasteciendo para el fin del mundo, el dinero del aguinaldo que ha llegado como
incentivo por todo un año de trabajo se gasta a manos llenas, las luces de
colores titilan por doquier, los villancicos se escuchan a cada paso y a pesar
de todo, el verdadero sentido de esta fecha tan importante ha quedado en el
olvido.
Ha nacido el
Salvador
Por eso, para
recordar que no se trata de una fiesta pagana sino del nacimiento del Salvador
del mundo, retomemos la lectura del Evangelio de san Lucas:
"Mientras
se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a
su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque
no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región
acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los
envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo:
'No teman,
porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy,
en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el
Señor'" (Lc 2, 6-11).
El
nacimiento sigue siendo actual
Esta buena
noticia nos alegra desde hace más de dos mil años: el Salvador se hizo niño,
sufrió las inclemencias del clima y las incomodidades que soportan millones de
seres humanos para ser semejante a nosotros en todo, menos en el pecado (Heb 4, 15).
Además, el
nacimiento de Cristo no es un hecho histórico, es un misterio que se actualiza
cada año y que debemos celebrar con reverencia y admiración, tal como lo
hicieron los pastores y los magos de Oriente.
Sin embargo,
cada vez son más, incluyendo a muchos cristianos, a los que les cuesta poner en
el centro de la Navidad al festejado porque otras figuras han desplazado a
Jesús para sustituirlo por unas "felices fiestas decembrinas".
Por eso, es
momento de apelar a la coherencia y devolver su sentido auténtico a la
natividad del Señor. Vivamos estas fechas con amor y agradecimiento a Dios
porque nos ha amado tanto que envió a su Hijo hecho hombre para ser uno de
nosotros y pagar por nuestras culpas.
Pero hoy,
dejémonos envolver por la ternura y contemplemos al Niño Dios, felicitándonos
unos a otros y deseando para propios y extraños una feliz Navidad.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia
