Entre coros, pastores y escenas bíblicas de una belleza sobrecogedora, Puy du Fou transforma la Navidad en una experiencia espiritual que devuelve al visitante al origen del milagro
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| 'La alegría de la Navidad' Puy du Fou España, Toledo |
En los campos
silenciosos que rodean Toledo, donde el invierno despierta con olor a leña y
campanas lejanas, vuelve a suceder el milagro. Cada diciembre, Puy
du Fou España levanta un templo de luz y emoción donde la historia
sagrada se hace presente. Este año, el parque histórico —galardonado como mejor
parque de Europa— celebra su cuarta Navidad con una producción
inédita, «La Alegría de la Navidad», un espectáculo que viaja por
los grandes relatos bíblicos y culmina con el misterio eterno del
nacimiento de Cristo.
Del 29
de noviembre de 2025 al 4 de enero de 2026, el recinto abrirá sus puertas
de 10:00 a 22:00 horas para recibir a miles de visitantes que buscan mucho más
que un entretenimiento: una experiencia espiritual. Y no es
exagerado decirlo: aquí la fe se hace carne, y el arte se convierte en
plegaria.
El Verbo
hecho carne
En el corazón
del espectáculo resuena la voz de la Escritura. «Y el Verbo se hizo carne, y
habitó entre nosotros». La escena se desarrolla ante un público en silencio
absoluto. Una luz se enciende, y la palabra se vuelve imagen. Dios desciende al
escenario de Puy du Fou para recordarnos —como hace más de dos mil años— que la
Navidad no nació del brillo de los escaparates, sino de la humildad de
un pesebre.
El gerente de
espectáculos, Víctor Hugo Sangronis, lo explicó durante la
presentación oficial celebrada en el parque: «Esta es la gran novedad de la
temporada, un espectáculo de la talla de todas las producciones de Puy du Fou
España».
Su voz suena
convencida. No en vano, el parque espera alcanzar los 1,7 millones de
visitantes en 2025, una cifra que confirma que el público busca emoción
auténtica y belleza con alma.
La Alegría
de la Navidad: cuando la fe se hace teatro
La nueva
producción tiene una duración aproximada de 25 minutos y se
presenta varias veces al día —entre dos y cinco funciones, según la afluencia
de público—. En escena, un centenar de actores, bailarines y técnicos conviven
con animales reales: ovejas, burros, camellos. La historia comienza con el
Éxodo, cuando Moisés abre las aguas del Mar Rojo ante un pueblo que huye de la
esclavitud. La voz del espectáculo retumba con ecos bíblicos: «Moisés extendió
su mano sobre el mar, y las aguas se dividieron. Los hebreos caminaron por
tierra firme, y el Faraón los persiguió hasta que las aguas volvieron a su
cauce».
La escena es
sobrecogedora. La música envuelve al público, los efectos de luz simulan el
oleaje, y la emoción se desborda cuando el mar «se abre» de verdad ante los
ojos del espectador. De ahí, la historia avanza hasta Belén, donde María y José
buscan refugio, donde un ángel desciende con su anuncio, y donde el
Niño Dios nace rodeado de un silencio que conmueve.
«Es una
producción multidisciplinar —explica Sangronis—. En apenas dos minutos pasamos
de un baile a un combate. Los actores cambian de registro, de papel, de época.
Y, sin embargo, todo encaja: todo forma parte del mismo relato, el de
la Salvación».
El
nacimiento que despierta el alma
En el punto
culminante del espectáculo, una voz profunda pronuncia las palabras del
Evangelio de San Juan: «El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. Y
contemplamos su gloria, la que recibe del Padre su Hijo único, lleno de gracia
y de verdad: Jesucristo».
El público
apenas respira. No hay artificio ni grandilocuencia: solo el misterio
hecho imagen. Y entonces, cuando la música se eleva y el portal se ilumina,
algo sucede. Emoción. Puy du Fou consigue lo que muy pocos espectáculos logran:
recordar al espectador que la Navidad no es una historia que se cuenta,
sino una verdad que se vive.
La Puebla
Real: el corazón de la tradición
Fuera del gran
escenario, el parque entero se transforma. La Puebla Real, el pueblo histórico
del parque, se viste con las galas de la Navidad y revive los oficios perdidos
que tejieron la cultura española: alfareros, herreros, panaderos, confiteros…
Entre los puestos se mezclan los aromas de castañas asadas, migas manchegas y
roscones recién horneados.
Aquí, la
historia no se observa: se toca, se saborea, se escucha. La música
de los coros escolares —finalistas del Concurso Nacional de Coros Navideños— se
eleva entre las calles empedradas, y el visitante se siente parte de algo más
grande, de una memoria colectiva que vuelve a latir.
En los mesones,
los comensales brindan con vino caliente y degustan platos típicos de
Castilla-La Mancha. La atmósfera es pura calidez: faroles de aceite,
guitarras, risas, campanas, y esa sensación de que, por un instante, el tiempo
se ha detenido.
La llegada
de los Reyes Magos
Y cuando cae la
noche, los pasos de los caballos anuncian lo que todos esperan: la
llegada de Sus Majestades los Reyes Magos.
Los niños se
acercan a la Gran Jaima, donde Melchor, Gaspar y Baltasar escuchan
sus sueños y sus deseos. Luego, el cortejo real atraviesa las calles del parque
en un desfile de luces y música. Los heraldos portan antorchas, los coros
entonan villancicos, y bajo el firmamento toledano, los adultos vuelven
a mirar con ojos de niño.
«Habrá una
recepción real donde los Reyes escucharán las ilusiones de los niños —explica
Sangronis—, y por la noche recorrerán el parque acompañados por su séquito en
un gran cortejo».
Fe, historia
y emoción: un viaje que trasciende
Puy du Fou
España no busca el asombro del artificio, sino el de la verdad. En sus
espectáculos no hay montañas rusas ni efectos gratuitos, sino relatos
que apelan a la memoria y al alma. Durante esta temporada, el parque
renuncia a parte de su programación habitual para centrarse en este viaje
espiritual y artístico que recuerda a cada visitante que la Navidad es
esperanza, y la esperanza, un milagro cotidiano.
El éxito, sin
embargo, no se mide solo en cifras, por mucho que estas impresionen. Se mide,
sobre todo, en la emoción silenciosa con la que las familias abandonan el
recinto, con la sensación de haber asistido a algo más que un
espectáculo: a una revelación.
Donde la
Navidad vuelve a ser lo que fue
A pocos minutos
del casco histórico de Toledo, este parque histórico se ha convertido en uno
de los mayores referentes culturales de Europa. Pero en Navidad, su esencia
se transforma. No hay trineos ni renos, sino pastores y ángeles. No
hay luces de neón, sino estrellas que guían. Y en medio del
bullicio del siglo XXI, este lugar nos recuerda —como una oración que se
repite— que Dios renace cada diciembre en el corazón de quienes todavía
saben mirar con fe.
Puy du Fou
España ofrece este año mucho más que un espectáculo: ofrece un encuentro con la
belleza, con la historia y con el alma. Un Belén viviente que no se mira: se
siente, se cree y se guarda para siempre. Gracias.
Virginia Seseña
Fuente: El Debate
