«EN ESTA SOCIEDAD NARCISISTA, HABLAR DE MORIRNOS ESTÁ MAL VISTO»... PERO HAY QUE HACERLO

Ana Isabel Vera, experta doctora paliativista de Cuenca, sobre el cuidado al morir

ReL

"En esta sociedad tan narcisista, hablar de morirnos es un fracaso y está mal visto. ¿Cómo vas a hablar de tu propia muerte? El enfermo, tampoco. Y, por desgracia, los sanitarios somos los que menos lo hablamos", explicó Ana Isabel Vera, médico de familia y paliativista, en el Congreso Nacional Provida en la Universidad San Pablo CEU. Es una experta del equipo de  paliativos del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca.

"En cualquier momento puede venir la muerte. De niños, puede venir la muerte del lactante, el miedo más pavoroso de las madres. Cuando son pequeños, una muerte inesperada, quizá se caen de la bici. Más mayores, cuando son adolescentes, por la moto o el coche. También hay muertes esperadas. Hay niños que vienen mal y es una muerte anunciada. Y adolescentes que fallecen con leucemias. Y los ancianos. Pero la muerte se rodea de tristeza y dramatismo tengas la edad que tengas. Siempre es triste".

En ese contexto, los cuidados paliativos luchan porque la muerte sea "lo mejor posible, porque se hace solo una vez en la vida".

Así, morir con dignidad, implica defender el valor de la vida humana, que cada ser humano tiene, por el hecho de serlo, una dignidad intrínseca. Mejor que "hablar de muerte digna", proponen algunos paliativistas, es hablar de "personas que afrontan la muerte con dignidad".

"El miedo a morir con dolor a veces es tan intenso que algunas personas desearían la muerte para evitarlo. Pero la experiencia demuestra que cuando controlas ese dolor, ya nadie se quiere morir", añadió Ana Isabel Vera.

La filosofía de los cuidados paliativo nace en los años 80. Se plantea como un trabajo de un equipo multiprofesional que ya no busca ni curar ni alargar la supervivencia, sino dar la más alta calidad de vida al paciente y a la familia.

"La forma en que una sociedad atiende a sus ancianos y enfermos desahuciados es el indicador de su grado de civilización", declaró.

La doctora Vera comentó el caso de un hombre de 40 años al que los medicamentos no parecían poder controlar su dolor. Luego descubrieron que tenía problemas económicos y sociales y le daba vergüenza contarlo. Cuando entraron en acción unos buenos servicios sociales y el paciente vio que había ayudas para su familia, los paliativistas pudieron ya controlar sus síntomas: lo social y personal afectaban a lo corporal.

En cuidados paliativos el tiempo pasa a tener otro valor: son momentos valiosos, para reconciliarse, para prepararse... Cicely Saunders, pionera de los cuidados paliativas, ya decía que "el paciente ofrece a cuidadores y parientes tanto como ellos al paciente", es una relación en doble sentido.

"El enfermo tiene miedo a todo. Tiene miedo al dolor, pero hoy en día el dolor se puede controlar. Tiene miedo a perder autonomía: eso lo pueden trabajar los psicólogos. Tienen miedo a morir solos, de noche. Tienen miedo por su familia, miedo de que queden solos, de que sufran", fue enumerando la doctora.

"Hay familias que suponen que el enfermo no va a soportar la verdad, pero el enfermo siempre sabe que se está muriendo. Sobre todo la gente joven, que lo dice todo, lo verbaliza", añade.

Una cultura paliativa busca el entendimiento y el acompañamiento. "Cuando llega el momento en que queda poco y no se puede hacer nada más, es fundamental que sepa que sigue siendo cuidado por otras personas. Lo más humano ante un paciente que sufre, no es provocar su muerte, es acoger al enfermo, sostenerlo en momentos de dificultad, rodearlo de afecto y atención y poner todos los medios necesarios para aliviar su sufrimiento. Hay que suprimir el dolor, no suprimir al paciente".

9 Derechos del Enfermo Terminal

(A partir de la enumeración de Marcos Gómez Sancho, gran referente paliativista).

1º Derecho a que me traten como a un ser humano hasta el momento de mi muerte. Que no me contemplen como una estructura biológica. Que tengan en cuenta mi dimensión emocional, social y espiritual, con una familia y crencias.

2º Que me permitan expresar sentimientos y emociones sobre mi forma de enfocar la muerte. A veces, para que los parientes no lloren, los enfermos se callan. "Entonces llegan los raritos de paliativos y decimos ¿qué le preocupa? Y empieza a hablar". Incluso Jesucristo expresó sus sentimientos de miedo y angustia al acercarse su muerte.

3º Que me permitan participar en las decisiones que incumben a mi cuidado. Una buena herramienta puede ser el documento de voluntades anticipadas, de instrucciones previas o testamento vital. Muchos enfermos neurológicos lo empiezan a preparar.

4º Que no me dejen morir solo, abandonado por seres queridos y profesionales. La gente prefiere a su "médico de toda la vida". La falta de formación médica en cuidados paliativos es una forma de abandono, pero en España cada vez hay más universidades que ofrecen esta asignatura. No poner medicamentos contra el dolor es otra forma de abandono.

5º Que mis preguntas sean respondidas con sinceridad y que no me engañen. El paciente tiene derecho a saber lo que le ocurre. No es ético engañarle.

6º Que respeten mi individualidad. Implica que los cuidadores conozcan y entiendan al enfermo, aunque no estén de acuerdo en muchas cosas que diga.

7º Que me comprendan y me ayuden a afrontar mi muerte.

8º Que me cuiden personas preparadas, que me cuiden con el cuidado que ellos querrían para sí. A veces incluye elegir el lugar de la muerte, en el hospital o en casa. "El 90 por ciento de mis pacientes muere en casa", dice la doctora Vera.

9º Que no precipiten mi muerte, pero que no alarguen mi agonía con tratamientos inútiles.

"Todos queremos morir tranquilos, sin dolor, sin sufrimiento físico, psicológico... y eso se puede hacer", insistió la paliativista. A veces, lo que parecía ser dolor, era en realidad desasosiego. La sedación, que baja el nivel de conciencia, que pone a dormir, pero no mata, es una herramienta más en este contexto.

Fuente: ReligiónenLibertad