Contará con nueve objetivos «para poner al mayor en el centro» y unificará las diferentes iniciativas que hay en la archidiócesis para promover la participación. Tras la pandemia, algunos no salen de casa
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Alfa y Omega |
«Soy
mayor y lo tengo asumidísimo, pero quiero que me vean como una persona con
muchas cosas que hacer y que decir». Marisol Tormo,
miembro de Vida Ascendente en la
archidiócesis de Madrid, habla con nervio, pero llena de ternura hacia sus
compañeros en este movimiento laical de jubilados para
crecer en la fe. «Es importante que la gente aprenda que podemos decidir lo que
queremos, aunque también depende de que nosotros no nos dejemos manejar
demasiado», continúa. Reunida con Alfa y Omega en
la sede de esta realidad a los pies de la basílica de la Milagrosa,
ejemplifica el ideal que persigue el nuevo Plan Pastoral con las
Personas Mayores que la archidiócesis presentará este jueves 13
en los salones de la parroquia Nuestra Señora del Buen Suceso y que contará con
la presencia del arzobispo, cardenal José Cobo.
Esta hoja de ruta ha sido elaborada por una nueva comisión diocesana formada
por Vida Ascendente, Cáritas, CONFER y las delegaciones de Familia y
Vida y de Pastoral de la Salud de la archidiócesis. «Somos un bloque
y vamos a estar pendientes de que nuestros mayores estén contentos de serlo»,
promete Tormo.
Este
nuevo plan tiene como eje central el protagonismo de los ancianos en
las parroquias. Es algo que Marisol conoce porque, tras sumarse a
Vida Ascendente al enviudar, se convirtió en una pieza fundamental en
este espacio de espiritualidad, amistad y apostolado. En sus
reuniones «se genera un clima en el que la gente se siente capaz de compartir
las cosas que no había contado nunca». Y no es extraño toparse allí con «gente
que llevaba toda la vida en el barrio y no conocía a nadie, pero desde que está
en Vida Ascendente se arregla para salir de casa y ahora nos detenemos para
charlar cuando nos cruzamos por la calle».
Aunque
se sientan acompañados los unos por los otros, este no es un espacio de
autorreferencialidad, sino de misión. Tal y como cuenta Tormo, «promocionamos
mucho la formación de grupos» —no en vano cuentan con unos 115 solo en Madrid—
«y todos los años, cuando empieza el curso, pedimos a los párrocos que nos
reciban» para implementar esta fórmula en las iglesias que no cuenten con ella.
«Algunos son reticentes porque no quieren otra cosa nueva», confiesa Tormo,
quien les suele responder que «lo único que necesitamos es que usted nos deje
reunirnos aquí y ya verá cómo somos capaces de organizarnos».
Al
margen de la anécdota, matiza que «necesitamos a los sacerdotes a
nuestro lado, sin que copen el espacio, que es de laicos; y que nos
den trabajillo». Se refiere a otra de las prioridades del Plan Pastoral con las
Personas Mayores: que tengan responsabilidades en las
celebraciones. «Somos un colectivo importante y queremos que cuenten
con nosotros, tenemos ganas y ya lo hemos demostrado», reivindica. Para algunos
«puede ser pasar el cepillo». Y a otros, si se les encargan cosas complicadas,
«lo vamos a ensayar y lo vamos a hacer bien».
Claves
- Promover
la pastoral con ellos en las parroquias.
- Sensibilizar
sobre su realidad en los barrios y visibilizar sus derechos.
- Responder
a sus necesidades y promover el buen vivir en su última etapa.
- Formar
al voluntariado.
- Apoyar
a familias y a cuidadores.
- Acompañar
integralmente en las residencias.
De
hecho, ella coordina en Vida Ascendente una labor que no es fácil y que supone
otra piedra angular del plan pastoral: acompañar a otros mayores en
residencias. «Después de la pandemia se ha complicado mucho»,
reconoce, pues en muchos centros es más difícil hacer visitas y otros son reacios
a las actividades religiosas. Pero logran entrar y «da satisfacción que, aparte
de jugar al bingo, puedas llevarles el Evangelio».
En
otras ocasiones visitan las casas porque, a raíz de la COVID-19, «muchos hijos
han metido en la cabeza de los mayores que no salgan». Es una realidad que
preocupa a Carlos Alberto Rivas, coordinador de la
Comisión Diocesana de la Pastoral con las Personas Mayores. Alerta
de que «hay una serie de mayores que tras la pandemia no se han reincorporado a
las comunidades» a pesar de conservar la movilidad y la fe.
Por
su parte, la presidenta en Madrid de Vida Ascendente, Ascensión Berrío, cuenta cómo el movimiento está
implementando otro principio del nuevo plan: organizar encuentros
intergeneracionales. «En mi parroquia nos hemos reunido con universitarios de
18 años en una merienda con interés los unos por los otros», recuerda. Una
ocasión «impregnada de cariño» que ha permitido que ahora, cuando se encuentran
en una Misa, en vez de solamente «darnos los buenos días» como sucedía antes
por mera cortesía, «haya un intercambio, nos preguntamos por nuestras
experiencias y compartimos los unos con los otros nuestra misión en la vida».
«Esto lo queremos extender a más parroquias», adelanta. No es su única
aspiración, pues Berrío cuenta que Vida Ascendente se ha propuesto como reto
«atraer a gente de 60 y 70 años». «Ya lo estamos consiguiendo».
Ascensión
aborda otro elemento de este nuevo plan pastoral: atender la soledad no deseada. «Todos los días paso
horas hablando con gente que necesita que la escuchemos, también por teléfono».
Algo que les sirve para «vaciarse del dolor y llenarse de la luz del amor, que
es de lo que carecían». Finalmente, Lola Vargas,
secretaria del movimiento y quien ha estado de forma discreta durante toda la reunión,
lo resume así: «No importa si no nos conocemos, si eres de Vida Ascendente ya
eres nuestro amigo».
Rodrigo Moreno
Quicios
Fuente: Alfa y Omega