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Foto cedida por Daniel Morena. Dominio público |
A bordo del barco viajarán por turnos 200 jóvenes de entre 20 y 30 años, procedentes de diferentes países, creencias y culturas para «cultivar encuentros» con los que «destruir divisiones», han explicado los impulsores del proyecto, que responde al nombre de Med 25 – Bella Esperanza.
En el primer turno, junto con diferentes cristianos y musulmanes, se subirá Daniel Morena, un joven madrileño de la parroquia San Rafael Arnaiz, situada en el barrio de Sanchinarro. Será el único español a bordo. «Presenté mi candidatura gracias a una amiga que estaba metida en un proyecto parecido impulsado por el arzobispado de Barcelona y me seleccionaron», explica el joven en conversación con Alfa y Omega.
Como parte de la candidatura el madrileño tuvo que explicar su interés en el ámbito de la paz, la esperanza y la interreligiosidad, que son los pilares fundamentales del proyecto. A este respecto, Morena explica que ha conocido a lo largo de su vida a «bastantes personas de diferentes culturas y religiones presentes en el Mediterráneo». Buena parte de ellas «a través de mi padrino de confirmación, que estuvo varios años de voluntario en países de Oriente Medio». También pudo entrar en relación con ellas durante las sucesivas Jornadas Mundiales de la Juventud a las que ha asistido.
—¿Cómo está viviendo estas horas previas?
—La verdad es que estoy bastante tranquilo, a pesar de ser el único representante español que se va a subir al barco en la primera etapa. Tengo la misión de explicar a mis compañeros nuestra cultura, nuestra historia y la fe católica, así que ahora mismo estoy tratando de hacer una síntesis de todo ello.
Los jóvenes que se enrolarán en esta misión no se conocen entre ellos. «Nos hemos visto tan solo en una ocasión para ponernos cara», aclara Daniel. De esta forma, considera que la primera forma para difundir ese mensaje de paz y de esperanza «es a través de la relación entre nosotros.
Al final vamos a convivir unos cuantos días y es una oportunidad fantástica para ahondar en nuestros puntos en común», subraya el joven. En ese sentido, «mi experiencia es que las personas religiosas solemos tener una moral y unos valores similares, así que nuestra puesta en común puede ser bastante fructífera».
José
Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega