Estar en Misa es un momento de intimidad en el que debemos poner toda nuestra atención y nuestro ser entero, entonces, ¿qué pasa con quien se sale del templo?
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La santa Misa
es la celebración más sublime que tenemos los católicos porque es ahí en donde
nos encontramos con el Señor Jesús, que se ha querido quedar en el pan y en el
vino para darse como alimento que de vida eterna (Jn 6,
54).
Sin embargo,
vivimos en una época en la que damos importancia a otros distractores -el
celular, principalmente- y descuidamos ese momento de intimidad con Dios.
Pero, si de por
sí, dentro del templo perdemos detalles porque quizá hay situaciones que nos
distraen -un niño llorando, gente que platica, personas con ropa llamativa-,
todo empeora si nos salimos del templo en cualquier momento de la santa Misa.
¿Qué pasa, ya
no es válida la Eucaristía, puedo comulgar? El padre Miguel Ángel Hernández
responde a Aleteia.
Cumplir con
el precepto dominical
El padre Miguel
comenta que para que tenga validez el precepto dominical, que indica que se
debe escuchar la Misa entera, "se presupone que es con participación
activa", menciona. "Si la persona está distraída o en otra cosa, le
vale la Misa pero no recibe las gracias o frutos que la Eucaristía
otorga", puntualiza el sacerdote.
Agrega que la
instrucción Redemptionis Sacramentum lo describe de la
siguiente manera:
"...la
participación de los fieles laicos en la celebración de la Eucaristía, y en los
otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, más o menos
pasiva, sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la
dignidad bautismal" (RS n. 37).
Causa de
fuerza mayor
Ahora bien, con
respecto a si puede comulgar, el presbítero responde que "si
la persona se sale y luego vuelve, se invita de manera pastoral a que mejor
comulgue en una Misa entera" pero comenta que si su salida se debió a un motivo grave o de causa de fuerza mayor, puede acercarse a
comulgar.
Sin embargo,
hay que tener presente que la santa Misa es un todo de principio a fin, por eso
no podemos llegar a la mitad y entrar a la siguiente, saliéndonos en el momento
en que llegamos a la anterior, como se hacía en el cine hace años cuando había "permanencia
voluntaria".
Amor y
respeto a la santa Misa
Lo que debe
mover al cristiano a participar en la santa Misa es el amor al Señor. Y por
ende, respetar el templo y la celebración eucarística, preparándose debidamente
a vivir el momento sin distracciones de ninguna índole.
Y tengamos en
cuenta que en cada Misa el Señor Jesús se entrega en sacrificio incruento por
amor a nosotros, como víctima agradable al Padre. De ella sacamos la fuerza
para seguir adelante, porque Dios derrama gracias inmensas en cada una.
Por eso,
"a ejemplo de Santo Tomás apóstol, se postra en adoración ante el Señor
crucificado, muerto, sepultado y resucitado «en la plenitud de su esplendor
divino, y perpetuamente exclama: ¡Señor mío y Dios mío!» (RS n 40).
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia