La Epifanía nos recuerda que los Reyes Magos buscaron al Niño Dios sin desanimarse, por eso podemos aprender de ellos a buscarlo con insistencia
Romolo Tavani x| Shutterstock |
Buscar es una acción exigente y arriesgada. A veces ni
siquiera queremos intentar saber qué piensa o qué vive otra persona, nos bastan
nuestros juicios. Nos cuesta buscar otras perspectivas, porque nuestras ideas
son suficientes para nosotros. Ni siquiera queremos buscar a Dios, pues
nuestros hábitos nos bastan. La solemnidad de la epifanía nos
muestra cómo Dios se deja encontrar por quienes lo buscan con sinceridad,
arriesgando a ponerse en tela de juicio.
Sobre los Magos sabemos que vienen de lejos. Partieron
dejando atrás sus certezas. Aquí está la primera característica para buscar con
honestidad: cuestionarnos a nosotros mismos sin quedarnos en nuestras cómodas
razones. Movernos.
De hecho, los magos también se mueven en la noche, cuando
las cosas no están claras y el camino puede ser peligroso, pero es la única
forma de seguir a la estrella.
1. Seguir el deseo
La estrella, en latín sidus, nos recuerda el
deseo (De-siderium). El deseo nos atrae, nos empuja a
arriesgarnos, a ponernos en marcha cuando las cosas no están claras, sin saber
si realmente seremos capaces de dar respuesta a lo que buscamos.
Sin embargo, seguir un deseo, al igual que seguir a la
estrella, nos hace sentir vivos. Los deseos, a veces, solo se pueden ver en la
noche: si esperamos que todo esté claro, entonces no tendremos lugar para
ellos. Después de todo, sin deseos no nos pondríamos en camino.
Cuando ya no deseamos, estamos quietos, en cierto sentido,
estamos muertos.
2. Humildad de pedir
Los Magos también nos ayudan a comprender que, si queremos
buscar de verdad, debemos tener el coraje de pedir.
Si decimos que ya lo sabemos todo, si no tenemos la humildad
para buscar ayuda, difícilmente podremos avanzar en nuestra búsqueda.
Preguntar es arriesgado: incluso los magos preguntan a las
personas equivocadas. Sin embargo, esos encuentros resultan útiles para
reestablecer el camino.
3. Cambiar la dirección
Tienen el coraje de cambiar de rumbo: no retroceden por el
camino que ya conocían, sino que cambian de rumbo.
Puede pasarnos que, en la vida, un camino que alguna vez nos
ayudó a encontrar lo que buscábamos, no necesariamente sigue siendo el
adecuado.
Es necesario abrirse a la novedad y no ser testarudos en
desandar esos tramos solo porque los conocemos bien.
Quizás ya no se pueda encontrar a Dios en esos caminos que
ahora están gastados y golpeados.
4. Dejarse sorprender
Los Magos se desvían hacia Belén y no dudan en continuar su camino en esa
dirección; es decir, no dudan en ir a buscar incluso donde parece improbable:
¿cómo se puede encontrar al nuevo Rey en un lugar desconocido y olvidado?
El Señor se hace encontrar donde no lo esperaríamos.
No busquemos al Señor donde siempre lo hemos encontrado, en
los hábitos, en los clichés, en los lugares que consideramos dignos. Dios se
revela donde quiere y nos invita a dejarnos sorprender.
5. No quedarse inmóvil
También podemos ver las características de quienes no son
capaces de buscar: Herodes, por ejemplo, es una persona inmóvil, que no sale de
su palacio, nunca abandona sus certezas.
Herodes es el modelo para aquellos que nunca partieron y
prefieren manipular a otros para obtener sus respuestas.
Así también son los escribas y sacerdotes se limitan a leer
la Escritura, pero no actúan para verificar y vivir una experiencia personal:
podemos conocer la Palabra de Dios en profundidad, pero esto no implica que nos
dejemos guiar por ella en una búsqueda auténtica de Dios.
No nos quedemos inmóviles. Empecemos de nuevo desde los
deseos que Dios pone en nuestro corazón.
Cuestionémonos, no demos por sentado la forma en que estamos
viviendo. Pongámonos en marcha y empecemos a buscar.
Luisa Restrepo
Fuente: Aleteia