Durante un emotivo encuentro en el Vaticano, el Papa Francisco reconfortó a niños enfermos de cáncer, recordándoles que Jesús está con ellos y que es un amigo con quien pueden compartir sus alegrías y su sufrimiento.
El Papa Francisco acaricia con cariño a una niña enferma de cáncer este 10 de enero en el Vaticano | Crédito: Vatican Media |
Al inicio de su discurso, pronunciado desde el Palacio Apostólico,
el Pontífice subrayó que el Año Jubilar “es un año en el que Dios quiere
concedernos gracias”.
En un gesto de cercanía, el Papa Francisco aseguró que su
corazón está “lleno de alegría”, ya que este encuentro es para él una
oportunidad para “regalarnos esperanza y amor mutuamente”.
“Son para mí signos de esperanza. ¿Y por qué? Porque estoy
seguro de que en ustedes está presente Jesús. ¡Y donde está Él, está la
esperanza que no defrauda! Jesús tomó sobre sí nuestros sufrimientos, por amor,
y entonces también nosotros, a través de su amor, podemos unirnos a Él cuando
sufrimos”, señaló.
Aseguró que esta es “una prueba de amistad” ya que, cuando la
amistad es verdadera, “la alegría del otro es también mi alegría, y el dolor
del otro es también mi dolor”. Por ello, les recordó que Jesús es su amigo y
que pueden compartir con Él sus alegrías y dolores.
También destacó que otra prueba de la amistad de Jesús es “el
amor y la presencia constante de sus padres, es la sonrisa amable y tierna de
los médicos, enfermeros, fisioterapeutas, que los cuidan y trabajan para
mejorar su salud, para que no pierdan sus sueños ni sus esperanzas”.
El Papa Francisco les aseguró que él también
los considera sus amigos y les pidió que le ayuden a servir a la Iglesia,
ofreciendo sus oraciones y sufrimientos por las intenciones del Papa.
Más tarde, les invitó a rezar por aquellos
niños enfermos que no tienen la posibilidad de recibir atención médica: “Están
enfermos o heridos y no hay medicinas, no hay hospitales, no hay médicos ni
enfermeros”, lamentó el Papa Francisco.
Por último, el Santo Padre destacó su valentía ante la
enfermedad y afirmó que “son testigos de esperanza” para los adultos y sus
compañeros.
“Les confío al Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado
de María. Los bendigo a todos y les llevo en mi oración”, concluyó el Santo
Padre.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI