Los santos tuvieron que lidiar con los embates del demonio, y para eso usaron la gracia que Dios les dio a través de diversos medios. ¿Cuál fue el mejor?
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Repasando los
pensamientos de varios santos de la Iglesia católica, se puede observar que
muchos coinciden en que hay una virtud que es particularmente efectiva a la
hora de enfrentarse a las tentaciones que el demonio nos presenta:
Hablan los
santos
1. “Fue el
orgullo el que convirtió a los ángeles en demonios, es la humildad la que
convierte a los hombres en ángeles”. San Agustín de Hipona.
2. “El arma más
poderosa para vencer al diablo es la humildad”. San Francisco de Sales.
3. “El cimiento
de la oración va fundado en la humildad, y mientras más se abaja un alma en la
oración, más la sube Dios”. Santa Teresa de Ávila.
4. “Si hay en
la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma
verdaderamente humilde”. Santa Faustina.
5. “La
humildad, por profunda que sea, ni inquieta ni perturba el alma; va acompañado
de paz, alegría y tranquilidad”. Santa Teresa de Ávila.
6. “La primera
virtud que necesita un religioso (después de la caridad) es la humildad”. San
Benito de Nursia.
7. “El propio
conocimiento nos lleva como de la mano a la humildad”. San Josemaría Escrivá de
Balaguer.
8. “[Jesús] me
enseñó que la única gloria que importa es la gloria que dura para siempre, y
que uno no tiene que realizar actos brillantes para ganar eso, sino esconder
los actos de virtud de los demás, e incluso de uno mismo, de modo que 'la mano
izquierda no sepa lo que está haciendo la mano derecha'”. Santa Teresita de
Lisieux.
9. “La humildad
es la llave de la sabiduría”. San Beda.
10. “La
humildad y la caridad van juntas. Una glorifica, la otra santifica”. San Pío de
Pietrelcina.
La humildad
es la mayor virtud
Sí, se trata de
la humildad, una palabra que se repite mucho (¿cuántas veces uno no escucha que
alguien se define como “humilde”?), pero pocas veces se ejecuta o se confunde
con otras acciones, como la justicia o la honradez.
La humildad se
puede practicar a diario, sin embargo, es de las cosas más difíciles y quizá
por eso es tan eficiente.
Hay quienes
confunden la humildad con sumisión o pasividad, pero es todo lo contrario, así
que estas son algunas acciones que todos podemos hacer cada día:
1. Estar
atento al entorno
Hoy en día
muchos lo llaman “inteligencia emocional”, pero se confunde. Se trata de estar
atento de ti, pero también de quienes te rodean y lo que sucede, y ver cómo tú
puedes ayudar en caso de que sea necesario.
2. Escuchar
Antes que
buscar dominar siempre una conversación o darle demasiada importancia a
expresar constantemente tu punto de vista, es importante oír las necesidades de
los demás.
De lo
contrario, es como si lo que tú tuvieras que decir es más importante que
escuchar al otro. Las personas humildes escuchan porque saben que, aunque
tengan conocimientos, siempre pueden aprender algo del otro y no tienen todas
las respuestas.
No obstante,
esto no quiere decir que debas quedarte callado, la persona humilde también es
activa y está dispuesta a tomar acciones… incluso, ya el hecho de disponerte a
oír es una iniciativa.
3. Aceptar
la crítica
Siempre y
cuando sea constructiva, venga de quien venga, te ayudará a convertirte en una
mejor persona y/o profesional. Es un acto que contrarresta la prepotencia y te
ayuda, incluso, en el camino a ser mejor.
4. Aprender
a decir “gracias” y “te felicito”
Palabras muy
sencillas pero que hablan de un gran reconocimiento de las buenas acciones de
otro. Una persona humilde es la que admite el talento de los demás y sabe que
eso no quiere decir que él no lo tenga.
5. Asumir
responsabilidad
Es muy fácil
culpar a los demás, así que es importante reconocer cuando uno ha actuado de
forma incorrecta y aprender a disculparse cuando sea necesario. Es mejor pedir
perdón que tratar de disfrazarlo con una mentira.
6. Pedir
ayuda
Reconocer
cuando una carga es demasiado para ti es parte de la humildad. Esto no te hace
débil, al contrario, no hay nada más valiente que reconocer cuando uno no sabe
hacer algo o una pena es muy grande y pedir apoyo.
Si se analiza,
a veces es una cuestión de puro orgullo y tú y los que te rodean (aunque creas
que disimulas muy bien, algunos sí se dan cuentan) podrían estar pasando un mal
momento sin necesidad.
Adriana Bello
Fuente: Aleteia