EL VATICANO SEÑALA EN ‘DIGNITAS INIFINITA’ QUE LA MATERNIDAD SUBROGADA, EL CAMBIO DE SEXO O LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES SON «VIOLACIONES GRAVES DE LA DIGNIDAD HUMANA»

Tras cinco años de trabajo, y con cambios importantes a petición del papa Francisco, el Vaticano ha hecho pública este lunes, 8 de abril, la Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana

Dominio público

En la Declaración Dignitas infitina sobre la dignidad humana del Dicasterio para la Doctrina de la Fe también se refiere a la pobreza, las guerras, el aborto, la eutanasia y el suicidio asistido, la trata de personas, los abusos sexuales, el descarte de las personas con discapacidad o la violencia digital

Tras cinco años de trabajo, y con cambios importantes a petición del papa Francisco, el Vaticano ha hecho pública este lunes, 8 de abril, la Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Un documento que, según se explica en la introducción, «recuerda los principios fundamentales y los supuestos teóricos» para evitar confusiones en torno al término dignidad y denuncia «gracias y actuales violaciones de la dignidad humana».

Esta última cuestión, la de la denuncia, la justifica porque «la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos».

Se trata de cuestiones que permiten expresar diversos aspectos de la dignidad humana «que pueden estar oscurecidos en la conciencia de muchas personas de hoy en día».

La pobreza

Según el documento vaticano, es «uno de los fenómenos que más contribuye a negar la dignidad de tantos seres humanos». En este sentido, liga esta cuestión a la desigual distribución de la riqueza. Y pone un ejemplo: el de las zonas más pobres, donde algunos grupos «gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora».

La guerra

El texto recoge la llamada de los últimos Papa, especialmente de Francisco, a la paz y su insistencia en la inutilidad de los conflictos bélicos. Recuerda las palabras de san Pablo VI: «¡Nunca más guerra!». Y las de san Juan Pablo II: «¡No matéis! ¡No preparéis a los hombres destrucciones y extermino! ¡Pensad en vuestros hermanos que sufren hambre y miseria! ¡Respetad la dignidad y la libertad de cada uno!

El trabajo de los emigrantes

«Los emigrantes están entre las primeras víctimas de las múltiples formas de pobreza. No es solo que su dignidad viene negada en sus países, sino que su misma vida es puesta en riesgo porque no tienen los medios para crear una familia. […] Su acogida es una forma importante y significativa de defender la inalienable dignidad de cada persona humana, más allá de su origen, color o religión», explica la declaración.

Trata de personas

La define como una actividad innoble, una vergüenza para las sociedades que se consideran civilizadas. «En un mundo donde se habla tanto de derechos, parece que el dinero es el único que los tiene. Vivimos en un mundo donde manda el dinero», afirma. Por eso, señala que la Iglesia y la humanidad «no deben abandonar la lucha contra fenómenos como el comercio de órganos, la explotación sexual de niños y niñas, el trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, el tráfico de drogas y de armas, el terrorismo y el crimen internacional organizado».

Los abusos sexuales

En este punto, tras reconocer que los abusos dejan profundas cicatrices en el corazón de quienes las sufren, de modo que quedan heridos en su dignidad, hace examen de conciencia y dicen que cuando afecta a la Iglesia supone un serio obstáculo para su misión.

Las violencias contra las mujeres

Este es uno de los puntos en el que el documento se detiene más. Dice que la violencia contra la mujer es un «escándalo global, cada vez más reconocido». Cita la violencia sexual a la que se ven sometidas u otras violencias como la coacción al aborto o la poligamia. Recalca, en concreto, el fenómeno del feminicidio, que pide «el compromiso sólido de toda la comunidad internacional».

El aborto

Sobre esta materia, recuerda las enseñanzas de la Iglesia y denuncia que hoy se esconde bajo un lenguaje ambiguo, pero no deja de ser «la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va desde la concepción al nacimiento». Y añade: «La defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano».

La maternidad subrogada

Como ha hecho el papa Francisco recientemente, condena la maternidad subrogada, mediante la cual «el niño se convierte en un mero objeto». «La práctica de la maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño […] y también la de la propia mujer que o se ve obligada a ello o decide libremente someterse».

Apunta que «el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un derecho al hijo que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida».

La eutanasia y el suicidio asistido

El documento señala que este tipo de violación de la dignidad humana es más silencioso, pero está ganando terreno. «Tiene la peculiaridad de utilizar un concepto erróneo de la dignidad humana para volverla contra la vida misma», explica. Así, el Vaticano defiende que la dignidad de los enfermos, en condiciones críticas o terminales, «exige que todos realicen los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su sufrimiento mediante unos cuidados paliativos apropiados y evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada».

Y añade que no hay condiciones en ausencia de las cuales la vida humana deje de ser dignidad y, por tanto, pueda suprimirse. «La vida humana es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre», sentencia.

La teoría de género

Partiendo de la base de la condena de cualquier tipo de discriminación o agresión o violencia contra las personas por motivo de su orientación sexual, subraya que querer disponer de uno mismo, como promueve la teoría de género, «no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios».

También denuncia la eliminación de la diferencia sexual, la diferencia ente hombre y mujer, «frente de ese milagro que nunca deja de asombrarnos que es la llegada de nuevos seres al mundo». Aunque aclara que sexo y género se pueden distinguir pero no separar, afirma que «debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres»

El cambio de sexo

«Toda operación de cambio de sexo, por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción», defiende la declaración. Una afirmación que se basa en que el ser humano está «inseparablemente compuesto de cuerpo y alma, y el cuerpo es el lugar vivo donde se despliega y manifiesta la interioridad del alma, incluso a través de la red de relaciones humanas».

Esto no quiere decir que haya casos en los que una persona, afectada por anomalías genitales, «pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolverlas». En ese caso, la operación no constituiría un cambio de sexo como se entiende en el documento.

La violencia digital

Finalmente, Doctrina de la Fe aborda la violencia en el ámbito digital, pues este también es «un territorio de soledad, manipulación, explotación, violencia». Así, denuncia el riesgo de dependencia, aislamiento y pérdida de contacto con la realidad o las nuevas formas de violencia, entre las que incluye la pornografía o la explotación de personas para fines sexuales o mediante el juego de azar. «Estas tendencias representan el lado oscuro del progreso digital», añade.

A modo de conclusión, el documento vaticano afirma que «el respeto de la dignidad de todos y de cada uno es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza de poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos fundamentales».

Fran Otero

Fuente: Ecclesia