En ninguna región de España llegan a ser un
30% las parejas que la eligen; en Cataluña, País Vasco, Canarias, Baleares...
la eligen sólo un 10%. Hace apenas 10 años era muy distinto.
Dominio público |
En España, estos
diez años de pontificado han coincidido con una brutal caída de las bodas
religiosas (que son casi todas católicas). Ese año, 1 de cada 3 bodas
era por la Iglesia. Diez años después, en 2022, ya sólo lo era 1 de cada
5.
En Cataluña, País Vasco y Baleares, sólo 1 de cada 10 bodas es por
la Iglesia. En Navarra, Asturias, Aragón y Castilla y León, 2 de cada 10. Sólo en Andalucía y Extremadura
rozan las 3 de cada 10
Boda a los 34 años, sin presión
de parientes
Es útil medir a partir de las bodas porque son las que son, quedan
registradas en el Instituto Nacional de Estadística. En España las mujeres se
casan (primer casamiento), de media, con 32 o 33 años; los hombres con 34 o 35. No son veinteañeros, no se dejan
presionar por su familias o entorno, podrían no casarse y simplemente
cohabitar, con casi los mismos efectos legales. Eligen casarse libremente y
eligen el tipo de celebración.
Son los adultos en plenitud de fuerzas que tienen hijos y deciden
cómo educarlos, los que
construyen la nueva generación. Su opción entre matrimonio civil o
religioso dice mucho de su nivel de religiosidad. El matrimonio religioso de
los católicos poco o nada practicantes, que aún era importante hace 10 años,
parece haberse evaporado en casi toda España.
Un medidor de descristianización
Ver los cambios en esta opción por regiones permite ver el nivel
de descristianización de cada zona. Y la velocidad a la que se descristianiza cada región.
Hay que distinguir entre regiones muy descristianizadas, pero que ya lo estaban hace 10 años, y
regiones que se han descristianizado a toda velocidad en esta década.
Usando la bajada en porcentaje de bodas católicas como indicador
de descristianización, en una década vemos un hundimiento contundente en Cantabria (21 puntos menos), La Rioja, Extremadura y Galicia (20
puntos menos), Castilla y
León (19 puntos menos), Aragón (17 puntos menos), Navarra, Murcia, Castilla La Mancha y Andalucía (16
puntos menos) y País Vasco (14
puntos menos).
El catolicismo de todas esas regiones lo ha hecho peor que la
media del país durante este Pontificado (la media es perder 13 puntos de porcentaje de bodas
católicas).
Lo han hecho mejor
que la media 4 ámbitos concretos y muy distintos:
- la Comunidad
Valenciana, con el cardenal Cañizares al frente todo ese tiempo,
intensa devoción popular, y un Gobierno de izquierdas más o menos hostil; de un
25% de bodas católicas se bajó a un 14%; no es para tirar cohetes, pero en la
vecina Murcia, con gran religiosidad popular, el bajón fue casi el doble.
- Asturias:
pastoreada por el arzobispo Jesús Sanz, diócesis-región
envejecidísima, que pierde población; de un 30% de bodas católicas bajó a un
19%; sí, pierde un tercio de sus bodas, pero otras zonas cercanas pierden entre
el 40 y 50% de las que tenían;
- Región de
Madrid (diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá): baja de un 32 a un 23,
es decir, 9 puntos, mientras
la mayoría de regiones han bajado entre 16 y 20 puntos. Por su peso
poblacional, ayuda a frenar el hundimiento a nivel estadístico.
- Cataluña,
Baleares y Canarias: su bajada es pequeña en puntos, pero porque hace
10 años ya estaban casi sin bodas católicas, en porcentaje es una bajada dura: si Cataluña pasa de un 17% a un
10%, es que pierde más de un tercio de sus bodas católicas que ya eran
pocas.
El hundimiento de ambas
Castillas, Galicia, Extremadura...
Asombrarnos por la rápida descristianización de casi toda España
esta década es hacer un ejercicio de realismo, pero no ayuda mucho a buscar
soluciones. Ha habido una
gran bajada donde era posible bajar mucho, es decir, donde en época de
Benedicto XVI y la JMJ de 2011 aún se casaban muchos por la Iglesia:
Extremadura, ambas Castillas, Galicia, incluso Navarra y País Vasco.
Esta década ha
logrado que Galicia perdiera 2 de cada 3 de sus bodas católicas, y que País Vasco, Cantabria y La
Rioja perdieran la mitad de ellas.
También Castilla
y León y Navarra pierden casi la mitad. Todas eran regiones consideradas de
religiosidad recia, tradicional, con fuerte base rural (aunque el mundo rural,
envejecido, no genera muchas bodas, que es lo que se mide aquí).
Hay quien apunta con el dedo solo a la descristianización de zonas
donde hay fuertes
ideologías nacionalistas (Cataluña,
País Vasco, Navarra -Bildu y Geroa Bai suman 30% de voto- y ahora se
sumaría Galicia, con
un 31% de voto nacionalista gallego de izquierdas).
Pero aunque en muchas personas el nacionalismo funcione como una
"religión de sustitución" y ocupe en el alma, la mente y su tiempo el
espacio de la religión, eso no debería ocultar la galopante descristianización
de otras zonas. Insistamos: en
apenas 10 años, Extremadura perdió un 40% de sus bodas católicas, Castilla
y León casi la mitad, y Murcia, Castilla la Mancha y Andalucía unos impresionantes
16 puntos cada una. Eso no es el efecto de ningún nacionalismo.
Evangelizar alejados, y
acompañar a novios cristianos
En un contexto así, parece que la Iglesia, más que nunca debería
aplicar más y más esfuerzos a la evangelización: hay pocas bodas católicas porque hay pocos católicos
practicantes y convencidos.
Por otra parte, el Sínodo de la Familia de 2014 insistía en la
necesidad de acompañar a
las parejas de novios que acudían a la parroquia para casarse (y
después de casadas). La Relación final del Sínodo usaba la palabra
"acompañar" y "acompañamiento" casi 40 veces.
Cuando el Sínodo pidió eso, a la Iglesia española le tocaba buscar
la forma de acompañar a 50.000 parejas. Hoy es "más fácil": sólo hay que acompañar a
35.000 parejas nuevas al año.
P. J. Ginés
Fuente: ReL