El Santo Padre se reunió con los miembros de la Asociación Internacional de los Periodistas Acreditados ante la Santa Sede, reconoció su trabajo y agradeció la delicadeza que muchas veces tienen al hablar de los escándalos de la Iglesia
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Miembros de la Asociación Internacional de los Periodistas Acreditados ante la Santa Sede - 22 de enero de 2024. (Vatican Media) |
El Papa
Francisco recibió en audiencia, este lunes 22 de enero a las 8 de la mañana, a
los periodistas, operadores, fotógrafos y productores acreditados ante la Santa
Sede, y les dio la bienvenida, “aunque estén en su casa”, como les dijo en
su discurso.
Reunido con los profesionales de la comunicación en el Vaticano, el Pontífice
reconoció la pasión y el amor con el que informan, así como su duro trabajo.
“Muchos de ustedes no solo siguen el Vaticano, sino también Italia, el sur de
Europa, el Mediterráneo, los países de los que proceden”, añadió.
“Ser periodista
es una vocación, un poco como la de un médico, que elige amar a la humanidad
tratando sus enfermedades”, aseguró. Y explicó que “en cierto modo, el
periodista, que elige tocar las heridas de la sociedad y del mundo. Es una
llamada que viene de la juventud y lleva a comprender, a poner de relieve, a
contar”.
El Santo Padre
les deseó que “vuelvan a las raíces de esta vocación, que la recuerden, que
recuerden la llamada que los une en tan importante tarea”. Y enfatizó la
necesidad que existe de “saber y de contar, por una parte, y cuánta necesidad
de cultivar un amor incondicional a la verdad, por otra”.
El Obispo de
Roma les agradeció no solo por lo que escriben y transmiten, sino también por
la perseverancia y paciencia al seguir día tras día las noticias que llegan de
la Santa Sede y de la Iglesia, “relatando una institución que trasciende el
‘aquí y ahora’, y nuestras propias vidas”. Y citó a San Pablo VI, quien en un
discurso a los representantes de la prensa italiana y extranjera el 29 de junio
de 1963 afirmó: "Hay simpatía, estima y confianza por lo que son y por lo
que hacen".
Bergoglio se
mostró agradecido a su vez por los sacrificios de los comunicadores al seguir
al Papa por todo el mundo y al trabajar a menudo incluso en domingos y días
festivos. También les pidió perdón “por las veces que las noticias que me
preocupan de diversos modos los han alejado de sus familias, de jugar con sus
hijos”. Esto, para el Papa, es “muy importante” y, por tal motivo, reveló que,
cuando confiesa, pregunta a los padres: “¿Usted juega con sus hijos?”. “Es una
de las cosas que un papá y una mamá debe hacer, siempre, jugar con los hijos, y
también le quita del tiempo para pasar con los maridos o esposas”.
El encuentro
“es una ocasión para reflexionar sobre el arduo trabajo de un vaticanista para
contar el camino de la Iglesia, para construir puentes de conocimiento y
comunicación en lugar de surcos de división y desconfianza”, aseveró.
“Entonces,
¿quién es el vaticanista?”, se preguntó Su Santidad, y respondió a esta
interrogante tomando prestadas las palabras de uno de los periodistas, que
recientemente cumplió ochenta años y ha viajado mucho con los Papas. Hablando
de su trabajo, como vaticanista, lo describió como “un trabajo rápido hasta lo
despiadado, el doble de incómodo cuando se aplica a un tema elevado como la
Iglesia, que los medios comerciales llevan inevitablemente a su nivel [...] de
mercado". “En tantos años de vaticanismo -añadió- he aprendido el arte de
buscar y contar historias de vida, que es una forma de amar al hombre [...]. He
aprendido la humildad. Me he acercado a muchos hombres de Dios que me han
ayudado a creer y a seguir siendo humano. Por tanto, solo puedo animar a
quienes quieran aventurarse en esta especialización periodística”.
Francisco
recordó que San Pablo VI, apenas elegido Papa, en los meses previos a la
reanudación del Concilio, invitó a los periodistas que cubrían los asuntos
vaticanos a sumergirse en la naturaleza y el espíritu de los acontecimientos
sobre los que informaban. Decía: “No debe guiarse, como a veces sucede, por
criterios que clasifican las cosas de la Iglesia según categorías profanas y
políticas, que no se adaptan a las cosas mismas, es más, a menudo las deforman,
sino que debe tener en cuenta lo que verdaderamente informa la vida de la
Iglesia, es decir, sus fines religiosos y morales y sus cualidades espirituales
características” (Discurso a los representantes de la prensa).
El Papa también
quiso agradecer a los vaticanistas "la delicadeza que tantas veces tienen
al hablar de los escándalos de la Iglesia" refiriéndose al respeto a las
víctimas y al "silencio" lleno de vergüenza sobre los detalles más
escabrosos: "Gracias, gracias por esta actitud cuando tienen que hablar de
escándalos".
Asimismo, les
agradeció “el esfuerzo que hacen por mantener esta mirada que sabe ver detrás
de las apariencias, que sabe captar la sustancia, que no quiere plegarse a la
superficialidad de los estereotipos y a las fórmulas pre-empaquetadas de la
información-espectáculo, que, en lugar de la difícil búsqueda de la verdad,
prefiere la fácil catalogación de los hechos y de las ideas según esquemas
preestablecidos”. Los animó “a seguir por este camino que sabe combinar la
información con la reflexión, la palabra con la escucha, el discernimiento con
el amor”.
El mismo
periodista que citó el Papa manifestó que en el entorno mediático “el
vaticanista debe resistir a la vocación nativa de la comunicación de masas de
manipular la imagen de la Iglesia, tanto y más que cualquier otra imagen de la
humanidad asociada. En efecto, los medios de comunicación tienden a deformar la
actualidad religiosa. La deforman tanto con el registro alto o ideológico como
con el registro bajo o espectacular. El efecto global es una doble deformación
de la imagen de la Iglesia: el primer registro tiende a forzarla bajo una
especie política, el segundo tiende a relegarla a noticias ligeras”.
El Papa
reconoció que no es fácil, pero ahí reside la grandeza del vaticanista, la
sutileza de alma que se añade a la habilidad periodística.
“La belleza de
su trabajo en torno a Pedro es la de fundarlo sobre la roca sólida de la
responsabilidad en la verdad, no sobre las frágiles arenas de la cháchara y de
las lecturas ideológicas; eso radica en no ocultar la realidad y también sus
miserias, sin edulcorar las tensiones, pero al mismo tiempo sin hacer clamor
innecesario, sino esforzándose por captar lo esencial, a la luz de la
naturaleza de la Iglesia. Cuánto bien hace esto al Pueblo de Dios, a la gente
más sencilla, a la propia Iglesia, a la que aún le queda camino por recorrer
para comunicar mejor: con el testimonio, antes que con las palabras”.
Francisco agradeció otra vez a los profesionales e impartió su Bendición Apostólica a los periodistas, a sus seres queridos y a su trabajo.
Sebastián
Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
Vatican News