El sacerdote es célibe porque Jesús fue célibe
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Seminaristas y sacerdotes (Vatican Media) |
Francisco envió a través del cardenal
secretario Pietro Parolin, un mensaje dirigido a los seminaristas de Francia.
Los nuevos sacerdotes dan alegría y esperanza no obstante los difíciles tiempos
que vive la Iglesia y a pesar de las sociedades occidentales secularizadas.
El Papa envió a través del cardenal Pietro
Parolin, un mensaje dirigió a los seminaristas de Francia. En el texto se
abordó el celibato. Los sacerdotes son célibes -y quieren serlo- sencillamente
porque Jesús fue célibe. Es una exigencia mística. Nadie tiene poder de cambiar
la figura del sacerdote, no obstante los cambios en la sociedad actual y la
grave crisis vocacional. Sólo amando a Jesús más que a nada -les dijo el
cardenal- es que los sacerdotes podrán afrontar esta forma de vida tan exigente,
esta perfección sacerdotal, y afrontarán los retos y tentaciones que
encontrarán en el camino.
Dan alegría y esperanza a la Iglesia
En su mensaje, el purpurado agradeció y expresó
la esperanza y alegría de ver que muchos jóvenes se “atreven aún, con la
generosidad y la audacia de la fe, a seguir al Señor en su servicio y en el de
sus hermanos”, no obstante los difíciles tiempos que vive la Iglesia y a pesar
de las sociedades occidentales secularizadas.
Dan alegría y esperanza a la Iglesia de
Francia, que les espera y necesita, afirmó. Francia los necesita para que sean
el sacerdote que debe ser, lo que siempre ha sido y lo que siempre será por
voluntad divina:
«"Participar de la autoridad con la que
Cristo edifica, santifica y gobierna su Cuerpo" (Presbyterorum ordinis, n.
2); y ello mediante una inefable configuración con Cristo, Cabeza de su
Iglesia, que lo sitúa frente al Pueblo de Dios -aunque siempre forme parte de
él- para enseñarle con autoridad, guiarlo con seguridad y transmitirle
eficazmente la gracia mediante la celebración de los sacramentos (cf. Ibid. n.
4,5,6). En el punto más alto, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia y de su
vida personal, el sacerdote celebra la Misa donde, haciendo presente el
sacrificio de Cristo, se ofrece a sí mismo en unión con Cristo sobre el altar y
deposita allí la ofrenda de todo el Pueblo de Dios y de cada uno de los
fieles.»
El sacerdote es célibe porque Jesús fue célibe
De allí parte la invitación del purpurado a que
los seminaristas arraiguen profundamente en sus almas estas verdades
fundamentales, que constituirán la base de sus vidas y de su misma identidad. Y
el corazón de esa identidad, está el celibato, configurada con el Señor
Jesús. Los sacerdotes son célibes -y quieren serlo- sencillamente porque Jesús
fue célibe.
«La exigencia del celibato no es primariamente
teológica, sino mística: ¡entiende quién puede! (cf. Mt 19,12). Hoy en día
oímos hablar mucho de los sacerdotes, y la figura del sacerdote a menudo se
distorsiona en ciertos círculos, se relativiza y a veces se considera
subordinada. Que esto no los asuste demasiado: nadie tiene poder para cambiar
la naturaleza del sacerdocio y nadie lo tendrá nunca, aunque las formas de
ejercerlo deban necesariamente tener en cuenta los cambios de la sociedad
actual y la grave crisis vocacional que estamos viviendo».
La figura del sacerdote ha perdido
prestigio
En Francia, la institución eclesial y con ella
la figura del sacerdote, ya no es reconocida, señaló Parolin, ha perdido todo
prestigio, toda autoridad natural, a los ojos de la mayoría de la gente, e
incluso está desgraciadamente empañada. Por tanto, ya no se puede contar
con los sacerdotes para encontrar audiencia entre la gente. «La única forma
posible de llevar a cabo la nueva evangelización que pide el Papa Francisco,
para que todos puedan tener un encuentro personal con Cristo (cf. Evangelii
gaudium, Introducción, III), es adoptar un estilo pastoral de cercanía,
compasión, humildad, gratuidad, paciencia, mansedumbre, entrega radical a los
demás, sencillez y pobreza. Un sacerdote que conoce el "olor de sus
ovejas" (Misa Crismal, 28 de marzo de 2013) y que camina con ellas, a su
ritmo. Así es como el sacerdote tocará el corazón de sus fieles, se ganará su
confianza y los pondrá cara a cara con Cristo. Esto no es nada nuevo, por
supuesto; innumerables sacerdotes santos han adoptado este estilo en el pasado,
pero hoy se ha convertido en una necesidad so pena de no ser creíbles ni
escuchados».
Amar a Jesús más que nada
Como consejo, Parolin les dijo que para
afrontar esta forma de vida tan exigente, a veces dura perfección sacerdotal, y
poder afrontar los retos y tentaciones que encontrarán en el camino, deberán,
como única solución, alimentar una relación personal fuerte, viva y auténtica
con Jesús.
«Amen a Jesús más que a nada, dejen que su amor
les baste, y saldrán victoriosos de cada crisis y de cada dificultad. Porque si
Jesús me basta, no tengo necesidad de grandes consuelos en el ministerio, ni de
grandes éxitos pastorales, ni de sentirme el centro de amplias redes
relacionales; si Jesús me basta, no tengo necesidad de afectos desordenados, ni
de notoriedad, ni de tener grandes responsabilidades, ni de hacer carrera, ni
de brillar a los ojos del mundo, ni de ser mejor que los demás; si Jesús me basta,
no tengo necesidad de grandes posesiones materiales, ni de disfrutar de las
seducciones del mundo, ni de seguridad para mi futuro. Si, por el contrario,
sucumbo a una de estas tentaciones o debilidades, entonces Jesús no me basta y
me falta amor».
Por eso, queridos seminaristas, "fiel es
Dios, que los ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, Señor
nuestro" (1 Cor 1, 3-9). Vuestra primera preocupación ha de ser siempre
responder a esta llamada y reforzar vuestra unión con Aquel que se digna
hacerlos sus amigos (cf. Jn 15, 15). Él es fiel y será vuestra mayor alegría. Y
sólo puedo recomendarlos, como maestra espiritual, a santa Teresa del Niño
Jesús y de la Santa Faz, en este 150 aniversario de su nacimiento, Doctor in
scientia amoris, cuya admirable doctrina tienen el privilegio de poder leer en
su lengua original. Ella, que "respiraba" incesantemente el Nombre de
Jesús, su "único amor" (cf. Es confianza, n. 8), los guiará por el
camino de la confianza que los sostendrá cada día y los hará estar ante la
mirada del Señor cuando los llame a sí (cf. Ibid, n. 3)
El Papa Francisco los encomienda a ustedes y a
todos los miembros de vuestras comunidades de seminaristas, a su intercesión y
a la protección de Nuestra Señora de la Asunción, Patrona de Francia. Les
imparte de todo corazón su bendición apostólica.
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
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