La oración es tan valiosa que muchas veces perdemos la gran dimensión de lo que implica. Aquí algunas reflexiones para tu oración diaria.
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Una manifestación total de la persona
El teólogo
explica que la oración es una manifestación total del tipo de persona que cada
uno es, de lo que sentiente y piensa; de lo que es capaz.
Orar es un acto
de amor en el que se expresa la interioridad, desde los temores y
preocupaciones, hasta los deseos y anhelos. Orar es comprender que estás
en un diálogo presente y vivo con Dios, por lo que va mucho más allá de recitar
y repetir palabras o lecturas, pues involucra creatividad y sensibilidad en una
profunda conexión interior con Aquel que nos ha creado.
La oración se
practica de tal forma que se va generando una relación íntima y viva.
Cultivar
el arte de relacionarse con Dios
Para Guardini,
el arte de orar implica ser honesto y tener apertura, presentando las dudas,
dificultades y temores, al igual que las gratitudes y aspiraciones.
Desde luego,
hacerlo en silencio -en donde no solo se expresa un deseo, sino que se escucha
el mensaje de Dios y no se llena la oración de palabras- , permite que el
corazón se inflame de Su amor.
Practicarla con
una noble constancia genera mejores resultados, porque se cultiva el arte de
relacionarse con Dios.
También asegura
que orar en familia o en comunidad
son alternativas valiosas, ya que hacerlo en grupo da fuerza y vigor; señala
que la fe colectiva fortalece la fe personal.
La
propia vida: una espontánea oración
Guardini estaba
convencido de que la relación con Dios puede ser un gran misterio, puesto que
no podemos conocer a Dios en su totalidad; pero por medio de la oración genuina
y profunda, podemos llegar a experimentar su presencia y su amor, que es real y
transformador.
Recuerda que
orar es mostrarte como eres realmente, con tu particular forma de ser; por lo
que puedes realizarlo de distintas formas: meditando, contemplando, por medio
de una lectura espiritual, practicando la Lectio Divina, e incluso por medio de una
pintura o tocando un instrumento.
Haz de tu vida
una espontánea oración, mantente dispuesto y abierto a la inspiración del
Espíritu Santo, no te fuerces a seguir estructuras rígidas y complejas, así
lograrás sentir la sencillez y simpleza de la oración en franca relación con su
amor.
Usa el canto,
la música, el baile o cualquier manera de expresarte en la belleza y alegría que
tienes en la vida para elevar tu mente y corazón como una ofrenda de amor a
Dios.
Estudia y
rescata viejas tradiciones de oración y practícalas -tal vez como lo hacían tus
abuelos o ancestros- lo que importa es motivarte a que vivas una vida de
oración que te mantenga en en plena conexión con Dios.
Guillermo
Dellamary
Fuente: Aleteia