Francisco recibió esta mañana en la Capilla Sixtina a artistas de todo el mundo con motivo de la conmemoración de los 50 años de la inauguración de la Colección de Arte Moderno de los Museos Vaticanos
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¡Todo es arte, allí, ustedes,
todos!
Con estas palabras el Papa
Francisco dio la bienvenida, en la mañana del viernes 23 de junio, en el
excepcional escenario de la Capilla Sixtina a los artistas llegados de todo el
mundo con motivo del 50 aniversario de la inauguración de la Colección de Arte
Moderno de los Museos Vaticanos.
Fue el Papa Pablo VI, el artífice
del primer encuentro con pintores, escultores, arquitectos, escritores, poetas,
músicos, directores y actores para renovar la amistad entre la Iglesia y el
arte.
“La Iglesia – recordó el Papa
iniciando su discurso – siempre tuvo una relación con los artistas que se puede
definir ‘natural y especial’. Se trata de una amistad natural porque el artista
toma en serio la profundidad inagotable de la existencia, de la vida y del
mundo, incluso con sus contradicciones y sus lados trágicos”.
"El artista recuerda a todos
que la dimensión en la que nos movemos es la del Espíritu” observó también el
Papa. “Vuestro arte es como una vela que se llena del Espíritu y hacer ir
adelante. Por ello, la amistad de la Iglesia con el arte es algo natural. Y
también es una amistad especial, explicó, por los tramos de historia recorrida
juntos, que pertenecen al patrimonio de todos creyentes y no creyentes”.
Continuando su discurso, el
Obispo de Roma se remitió a una frase del teólogo italiano Romano Guardini,
quien decía que, mientras crea, el artista se parece a un niño y a un vidente.
Se sirve de la espontaneidad del niño para moverse en el espacio de la invención,
de la novedad, de la creación y de la agudeza del vidente que capta la
realidad. Y recordando palabras de una gran pensadora como Hannah Arendt,
afirmó que “lo propio del ser humano es vivir para aportar al mundo la
novedad. Esta es la dimensión de fecundad del hombre, aportar novedad”.
La creatividad del artista parece
participar así de la pasión generadora de Dios. Esa pasión con la que Dios nos
ha creado. ¡Ustedes son aliados del sueño de Dios! Son ojos que miran y que
sueñan. No basta con mirar, hay que soñar.
Y también, al tener la capacidad
de soñar nuevas visiones del mundo y de introducir novedad en la historia, el
artista también se parece a los videntes.
“Son un poco como los profetas,
precisó el Santo Padre. Saben mirar las cosas en profundidad y en la distancia,
como centinelas que achican los ojos para escrutar el horizonte y sondear la
realidad más allá de las apariencias”.
En esto están llamados a
sustraerse al poder sugestivo de esa supuesta belleza artificial y superficial
tan extendida hoy en día y a menudo cómplice de los mecanismos económicos
generadores de desigualdades. Esa belleza no atrae porque es una belleza que
nace muerta. Es una belleza ficticia, una belleza cosmética, un maquillaje que
esconde en lugar de revelar.
El papel del artista – indicó el
Pontífice – es precisamente el contrario: “vuestro arte quiere actuar
como conciencia crítica de la sociedad, quitando el velo de la obviedad”,
revelando la realidad incluso en sus contradicciones.
Como los profetas bíblicos,
utilizando recursos como la ironía y el sentido del humor, los nos ponen de
frente a hechos que nos perturban, criticando los falsos mitos de hoy, los
nuevos ídolos, los discursos banales y las artimañas del poder, dice el Papa. Y
a menudo lo hacen con ironía, una virtud maravillosa, tan presente en la
Biblia.
En esto de ser videntes,
centinelas, conciencias críticas, los siento aliados para tantas cosas que me
importan, como la defensa de la vida humana, la justicia social, los últimos,
el cuidado de la casa común, el sentirnos todos hermanos. Me importa la
humanidad de la humanidad, esa dimensión humana de la humanidad. Porque es
también la gran pasión de Dios.
Una de las cosas que vinculan el
arte y la fe es el hecho de disturbar un poco: "El arte y la fe no pueden
dejar las cosas como están: las cambian, las transforman, las convierten, las
mueven. El arte nunca puede ser un anestésico; da paz, pero no adormece las
conciencias, las mantiene vigilantes".
Francisco recuerda entonces que
“nosotros no somos solo luz, y ustedes, dice a los artistas, nos lo recuerdan.
Pero es necesario arrojar la luz
de la esperanza en la oscuridad de lo humano, del individualismo y de la
indiferencia. Ayúdennos a vislumbrar la luz, la belleza que salva.
En una época de colonizaciones ideológicas
mediáticas y de conflictos lacerantes y de una globalización homologante que
convive con tantos localismos cerrados , “los artistas pueden ayudar a dar
espacio al Espíritu” asegura el Papa y añade:
Cuando vemos la obra del
Espíritu, que es crear armonía de las diferencias, no aniquilarlas, no
uniformizarlas, sino armonizarlas, entonces comprendemos lo que es la belleza.
La belleza es esa obra del Espíritu que crea armonía
Por último, una exhortación:
"Quisiera pedirles que no
olviden a los pobres, que son los preferidos de Cristo, en todas las formas en
que uno es pobre hoy en día. Los pobres también necesitan arte y belleza.
Algunos experimentan duras formas de privación de la vida; por eso, lo
necesitan más. No suelen tener voz para hacerse oír. Pueden hacerse intérpretes
de su grito silencioso.
Francisco dio las gracias a los
artistas presentes y les manifestó su estima, deseando que sus obras sean
dignas de las mujeres y los hombres de esta tierra y den gloria a Dios, que es
Padre de todos y a quien todos buscan, también a través del arte.
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